Valencia y Getafe disputan hoy la final de la Copa del Rey, en el estadio Vicente Calderón, bajo el signo de la urgencia; esperada como una tabla de salvación por el conjunto de Ronald Koeman y como la última oportunidad para culminar con éxito una temporada en la que ha apuntado al infinito por el equipo de Michael Laudrup.

La final de la Copa, que es siempre un partido especial, emerge cuando aún ha terminado la Liga, marcada por el momento que viven ambos conjuntos, lo que hace que no haya un claro favorito.

Por experiencia y composición de la plantilla podría parecerlo el Valencia, pero llega al partido en una de las situaciones más contradictorias de su historia como club, pues nunca alcanzó una final inmerso en una crisis tan grande de juego y resultados en la Liga.

MEJOR DISPOSICION El Getafe se ha mostrado más fiable y sale de su épico choque contra el Bayern con un apoyo mayoritario, inimaginable al comienzo del curso. Pero al desgaste físico de una plantilla que ha superado el medio centenar de encuentros se une el temor a que el oro se vuelva líquidoy cargue de presión a un equipo que, en una semana, puede perder todo.

El Valencia espera abstrarse de la crisis y hacer bueno el esfuerzo que ha supuesto eliminar a Atlético y Barcelona.

Para este partido Koeman ha decidido convocar a los veintidós integrantes que considera tiene la plantilla, puesto que los tres jugadores con los que no cuenta desde diciembre (Albelda, Cañizares y Angulo) no viajan con el resto del grupo.

De esos veintidós jugadores, Maduro y Vicente son los que han tenido problemas físicos recientemente y la decisión de si están en condiciones de jugar o no se tomará en las horas previas al encuentro.

Laudrup, mientras, ha convocado a todos sus jugadores para hacer grupo. La única duda, que no se resolverá hasta el último instante, será la del centrocampista Pablo Hernández, que se encuentra entre algodones tras lesionarse ante el Barcelona.