La palabra que debe pronunciarse es miedo . El sinónimo, temor . Sirve también el término susto . Lo que se quiera, pero cuando un ciclista de la Vuelta mira la increíble dureza que encierra la trilogía de etapas de montaña en Andalucía, no le queda más remedio que echar mano del freno y decidir que es mejor dejar la casa sin barrer, al menos ayer en la durísima y novedosa ascensión al alto de Velefique donde ganó el canadiense Hesjedal.

Alejandro Valverde asusta. Sí. Asusta. "No hay nada que hacer con él", decía el miércoles pasado uno de los auxiliares del conjunto del Rabobank, precisamente donde corre Robert Gesink, que trata de convertirse en ídolo de Holanda y el único, al margen de Ezequiel Mosquera, que ayer se atrevió a desafiar al corredor murciano. Atacó. Sí. Con fuerza y energía, un demarraje feroz, al que no quiso o no pudo responder Valverde. Pero lo hizo a falta de 1,5 kilómetros para la cumbre. Atacar de lejos; eso era ayer producto de fábula, como si se tratase de un cuento de los hermanos Grimm.

Y es que verdaderamente era cuestión de locos, porque hoy llega Sierra Nevada, donde seguramente pasarán más cosas que ayer --hay que apostar por ello-- y mañana La Pandera, un puerto estilo Angliru, aunque sin tanta dureza como la cumbre asturiana. "Hacía mucho viento de cara. Era cuestión de locos atacar desde lejos", razonó Quim Purito Rodríguez, el hombre fiel de Valverde en la montaña.

El viento fue aliado del líder, porque frenó a sus asustadizos rivales y, además, su equipo es tan potente y compensado que difícilmente triunfaría ante ellos un voraz ataque en la lejanía. Valverde solo se entretuvo en vigilar a Cadel Evans, segundo clasificado, al que considera como su contrincante más serio, mientras por el rabillo del ojo también estaba pendiente de Iván Basso. Por eso, tuvo Gesink margen de maniobra. Sería Valverde un necio si fuera a por todos los ataques de sus rivales.

Dirán los aficionados que en el ciclismo contemporáneo cada vez hay menos movimientos, más conservadurismo, más ir a rueda, más desperdicio de puertos intermedios. Cierto.