Ernesto Valverde huye de la euforia. No se deja engañar por la situación idílica que vive ahora el Barça, líder en la Liga y en la Champions. En el tercer mes de competición, no ha olvidado el primero; la primera quincena, para ser exactos, cuando la doble derrota ante el Madrid en la Supercopa de Europa anunciaba un negro futuro.

"Ahora que las cosas van bien, nos damos abrazos y y todo es muy bonito, pero sabemos que esto se puede torcer por un córner mal tirado", explica gráficamente de su acentuado escepticismo con la momentánea felicidad que planea sobre el club. No en vano, le recordaron todas las vicisitudes que han pasado en los primeros cien días que lleva en el Barça y tuvo que pedir "para, para" a la periodista que le recitaba todos los sucesos, más que acontecimientos, que ha visto.

"Desde luego, aburridos no han sido; esperemos que los próximos cien sean más tranquilos", bromeó sonriente, y contento tras comprobar que el equipo ha remontado aquel momento crítico. Valverde, de todas maneras, ha procurado esquivar todos los asuntos, aunque alguno, como la marcha de Neymar, le afectara directamante. El técnico ha procurado centrarse en "elegir al equipo y preparar los partidos".

El verdugo de Michel

Y en eso anda, cuando el calendario le trae la visita del Málaga, el colista de la Liga. Valverde no se sentirá el vergudo de Michel, si el Barça gana y le destituyen. Fiel al acusado sentido de la prudencia que ha mostrado hasta ahora, recordó que el once andaluz, con su actual entrenador, despojó al Barça de sus opciones de ser campeón a finales de la pasada campaña.

"Yo también he estado en momentos difíciles y en estas situaciones lo que tienes que hacer es multiplicarte y salir al campo a morir", analizaba el entrenador azulgrana, que antes del último entrenamiento previo a la cita daba por descartado a Jordi Alba, que no pudo jugar el miércoles por una sobrecarga en el aductor. En cambio, Luis Suárez, aseguró Valverde, mejora de las moelstis que el orodcuye un quiste en la rodilla.