"Bueno, ya estamos a poco más de una décima, menos que en Bahréin". Ese es el diagnóstico de Fernando Alonso sobre la diferencia que Red Bull obstenta sobre Ferrari a una vuelta, cuando se trata de exprimir los neumáticos blandos en la calificación. Ese es el caballo de batalla entre los dos mejores equipos en el arranque del 2010, entre el bicampeón del mundo y el jovencito Sebastian Vettel, su gran amenaza, su principal rival, para intentar sumar la tercera corona. Fue Vettel, sí, quien ayer logró la pole del GP de Australia, que se ha disputado esta mañana.

Y Alonso fue tercero. "El mejor lugar posible, visto el dominio de los Red Bull", señaló el bicampeón. Puede que el título no se decida en un mano a mano entre los dos pilotos, sino entre el genio de Adrian Newey y la capacidad de los ingenieros de Ferrari para contrarrestar la intuición del mago inglés.

De su lápiz salieron coches campeones en Williams y McLaren y ahora ha logrado hacer del modesto y simpático Red Bull un equipo poderoso gracias a su habilidad para construir un coche ganador cuando los cambios de reglamento permiten dar rienda suelta al ingenio. Sucedió el año pasado con la reducción aerodinámica y ha ocurrido ahora que la prohibición de repostar ha obligado a construir un coche distinto. El diseñador del RB6 con el que Vettel y Webber coparon la primera línea de la parrilla dice sin tapujos que la F-1 se convierte en "un poco menos interesante" cuando todo es estable.

Su fascinación reside en las cosas nuevas, en los cambios. ±Me gustan las modificaciones en el reglamento --dice-- porque me permiten sentarme con una hoja de papel y elaborar soluciones. Hay un gran contraste entre eso y la situación que hemos tenido durante la mayor parte de los últimos 10 años. La estabilidad en la F-1 la hace muy reiterativa. Nadie viene con nuevas ideas. Todo se basa en repetir ensayos y cuantos más recursos tenga una escudería más ensayos se pueden hacer", dice.