Los tres que estaban allí son los mejores del mundo. Del momento. Los tres a su manera querían demostrar que eran grandes y candidatos. Ya no contaban con Felipe Massa, que es, de largo, el peor de ellos y el principal candidato a sacrificar su carrera para que Fernando Alonso, en cuanto logre su libertad, se siente el año que viene en su Ferrari.

Solo dos, cierto, peleaban por la victoria: Lewis Hamilton y Kimi Raikkonen, cada uno a su manera.

Los dos zorros, ¡menudos dos!, Iceman (que ya acumula más victorias que nadie, cinco, y pese a ello es solo el tercer favorito) y Magic persiguieron a la liebre hasta sacarla de quicio, hasta forzar su abandono, justo en el instante en que la joven bestia iba a refugiarse en su madriguera para regresar al campo, a la lucha, con las uñas afiladas. Pero la habían puesto tan nerviosa, tanto, que acabó enterrando sus dañadas patitas en la tierra.

China demostró que una cosa es ser favorito, líder, la revelación del año, el rookie de la historia y otra, muy distinta, ser campeón. Hamilton quiso ganar la carrera cuando solo tenía que ganar el Mundial.

Sin embargo, los que tenemos hijos jóvenes, atrevidos, contestatarios, insatisfechos, suficientes, sabemos que no hacen caso a nadie y que todo, todo, lo quieren comprobar por sí mismos.

Lewis se quiso comer el mundo en 70 vueltas, sin saber que alguien tardó millones de horas en construirlo. Quiso hacer carreras con Raikkonen y ¡hasta con Trulli!, al que ni le iba ni le venía y, en esa chulería, se quedó sin neumáticos. Y es que los pilotos de Play Station son así: solo saben ganar, ganar y ganar. Solo saben correr para ganar y, luego, mostrar a sus colegas que lideran la puntuación de la Play. "Ya ves, más puntos que nadie, me he saltado diez pantallas".

Lo malo es que el día que impartían la lección de modestia, de Educación para la Ciudadanía, igual él hizo campana. Lo peor es que, tal vez, papá Anthony y Ron Dennis, otros que tal bailan, también se saltaron esa clase. Y, claro, ayer tampoco ellos fueron capaces de centrar al chaval. Y así les fue. Cuando apretaron delete , Kimi y Fernando ya volaban.