Cuando no se tienen grandes estrellas, lo mejor es agarrarse al conjunto. En baloncesto y en todos los deportes. El Cáceres 2016 se marcó ayer una victoria nada espectacular, pero sí valiosísima para mantener la categoría. Se basó para derrotar a Los Barrios en el concepto de equipo, aquel en el que, casi como en una cooperativa, todos colaboran y todos aportan. Sin que nadie brille especialmente más que nadie, sin egoismos.

El resultado final ofrece un considerable respiro a las castigadas huestes verdinegras, que tuvieron además el premio adicional de que ninguno de sus rivales para la permanencia ganó. Un pasito más cerca de la supervivencia, al menos deportiva.

Cuesta elegir al mejor del Cáceres. Nando Vicario celebró su ascensión a base titular con otro completísimo partido, rezumando clase; Ramón Moya sigue reencontrándose a sí mismo y contribuyó decisivamente a someter a los caros pívots rivales, Swinson y Walls; Blackshear dio otra lección de entrega y desinterés por sus estadísticas; Asselin se marcó un buen comienzo y un tapón clave al final y Francesc Cabeza parece el máximo beneficiado del fichaje de José Angel Antelo, que parece haberle espabilado ...

Todos pusieron ladrillos para construir la victoria, incluyendo su entrenador, Ñete Bohigas, al que le da igual dirigir un partido desde la banda que ponerse a secar el suelo de rodillas con un trapo, como en el último cuarto: todo un símbolo de humildad. Muchos entre el público ya intuyen en él el crack de este equipo, a falta de ellos en la pista.

SIEMPRE POR DELANTE No fue un resultado cantado, aunque el Cáceres siempre llevó la iniciativa. Los Barrios pecó de falta de tensión, es uno de esos equipos que bajan demasiado su nivel cuando montan en un autobús.

Efectivamente fue el arranque de Asselin el que impulsó al Cáceres, pero cometió pronto dos faltas personales y tuvo que sentarse. Un triple de Blackshear cerró el primer cuarto (18-15). En el segundo, la entrada de Lebeiyre acabó con la sangría bajo aros que sufría su equipo, pero eso no impidió que el hueco se ensanchase al descanso (41-33), tras vivir la máxima diferencia (39-28, min. 19). Tras un tercer cuarto de transición, el Cáceres lo pasaría mal (59-58, min. 33), pero un parcial de 8-0 acabó con las dudas: peleando por todos los balones, con un plus físico que hace un mes parecía faltar, batir a rivales tendentes a la abulia resulta casi sencillo.