CACERES CB 103: Ferrán López (5), Beechum (38), Eslava (7), Muoneke (22), Thompson (9) --cinco inicial-- Hansen (2), Orenga (12), Lleal (8).

UNICAJA 111: Cabezas (11), Risacher (8), Esteller (13), Kornegay (15), Okulaja (13) --cinco inicial-- Berni Rodríguez (12), Bullock (18), Slater (8), Weis (5), Sonko (8).

ARBITROS: Martínez, Perea, Cardús. Eliminados: Sonko (min. 34), Muoneke (min. 38), Esteller (min. 40), Lleal (min. 40), Rodríguez (min. 40).

MARCADOR CADA CINCO MINUTOS: 14-10, 21-25, 34-37, 40-50 (descanso), 50-63, 68-79, 81-91 y 103-111.

INCIDENCIAS: Ultima jornada ACB.

Ya está. Se acabó. Se acabó y nadie sabe si volverá, como esos romances que se rompen abruptamente, como esos amigos de los que te despides cuando se van a otra ciudad... La Liga ACB se ha marchado de Cáceres y ahora sólo queda el silencio en el multiusos, ahí donde minutos antes la pasión baloncestística todavía existía, porque el equipo de la ciudad tenía opciones de ganarle al poderoso Unicaja. Al final perdió, como casi siempre esta temporada, pero ya daba un poco igual. Lo importante era vivir una fecha histórica por lo negativo, cruel por su significación, ácida por sus consecuencias. Han terminado once años en los que las estrellas del baloncesto europeo pasaron de poder verse sólo por televisión a estar entre nosotros, once años de creer que esta tierra podía engendrar algo más que derrotismos...

Dos tiros libres de Hurl Beechum cancelaron una historia de emociones, de alegrías y tristezas, de ilusiones, de sueños, de realidades. Y lo hizo de la mejor manera posible, porque la felicidad, dentro de una cita de tan negra significación, se hizo dueña de la última tarde de baloncesto ACB en Cáceres.

UN FINAL EN POSITIVO

No hubo reproches ni malas escenas y el equipo, que sabe que pasará a la posteridad como el que condujo al club a la LEB (en el mejor de los casos), siguió entregándose con profesionalidad y pasión, defendiendo con un orgullo una camiseta que ahora ya está colgada en el vestuario. Queda el baloncesto y queda el pasado, pero se hace difícil imaginar un porvenir en el que unos chicos vestidos de verde --de Iowa o de Aldea Moret, de Moscú o de Tarragona-- no defiendan el orgullo de una ciudad en la categoría en la que estén.

Al final resulta que tampoco es tan mala esta plantilla. La sensación que queda saliendo del pabellón es que se ha podido hacer algo más, por mucho que el encuentro se disputase sin la tensión de jugarse algo. El Unicaja sí lo hacía y sufrió realmente para ganar. La portentosa exhibición anotadora de Beechum --que con 38 se quedó a un punto de batir el récord de la historia del club en un partido-- estuvo acompañada por la implicación de sus compañeros, que nunca se dejaron llevar y además tuvieron vocación de espectáculo. Muoneke no lo hizo mal, pero la pregunta que atormenta al baloncesto cacereño seguía ayer machacando el techo metálico del multiusos: ¿qué hubiese pasado si Deon Thomas no hubiera sido forzado a irse, al igual que Vladimir Petrovic?

Ahora no queda más que mirar hacia adelante, intentar que en la próxima ocasión que brinde el destino todo pueda hacerse un poco mejor. La imagen final del partido, con el equipo infantil del Cáceres celebrando desde el centro de la pista tras haber ganado horas antes el Campeonato de Extremadura, es la más poderosa de las alegorías: el futuro ya está aquí.