Siete meses y 16 carreras después, el Mundial de F-1 sigue igual. Todo como empezó. Michael Schumacher (Ferrari) y Fernando Alonso (Renault) decidirán el título en las dos últimas carreras, a las que llegan empatados a puntos y con dos coches muy iguales. El alemán consumó en Shanghái la caza del asturiano, que emprendió a comienzos de julio en Estados Unidos. Unió su nombre al único circuito que faltaba en su palmarés tras una carrera redonda y se llevó de China un triunfo servido en bandeja por Renault. Fisichella no protegió a su compañero y tampoco pudo contener al alemán, mientras que Alonso corrió lastrado por una mala elección de neumáticos en la primera parada y un repostaje defectuoso en la segunda.

Todo se decidió en la primera parada, a la que Alonso llegó cómo líder y con una ventaja de 20 segundos sobre Schumacher, aprovechando la pole y el rendimiento de sus neumáticos sobre una pista mojada en las primeras vueltas. El paso de los 20 coches y la ausencia de lluvia fueron secando al pista: justo lo que pedían a gritos en Ferrari. Schumacher, que partió sexto en la parrilla, adelantó a Barrichello, cinco vueltas después a Button y se fue a la caza de Fisichella. Al final del primer tercio de carrera, rodaba ya cuarto y con mejores tiempos que Alonso.

AL LIMITE La pista semiseca favorecía el rendimiento de los neumáticos Bridgestone de Ferrari y viendo la que se le podía venir encima, el asturiano tiró al máximo y se salió en la curva 1, aunque sin más consecuencias que perder un par de segundos de ventaja sobre Fisichella y Raikkonen, que achuchaba al italiano. El finlandés fue el primero en detenerse en boxes --vuelta 16-- para cargar gasolina sin cambiar sus neumáticos mixtos, ya que con una pista semiseca, colocar unos nuevos supondría perder tiempo en las primeras vueltas hasta que las nuevas gomas se desgasten y adquieran la temperatura idónea. Pero la remontada del finlandés se acabó tres vueltas después, cuando el motor o el acelerador --en McLaren no se pusieron de acuerdo sobre la versión-- le dejó tirado.

Schumacher paró en la vuelta 22, y también cargó gasolina sin cambiar ruedas. Entonces le separaban 19 segundos de Alonso, que se detuvo un giro después. "La rueda delantera izquierda estaba muy desgastada y, por seguridad, decidimos cambiar las dos delanteras", explicó el asturiano. La decisión resultó nefasta. Los nuevos neumáticos Michelin no adquirían temperatura. Alonso contaba con sufrir este fenómeno durante tres vueltas, "a lo sumo cuatro". Fueron muchas más.

Pedro de la Rosa padeció el mismo martirio. No pudo adelantar a los Honda en la salida y perdió tiempo tras ellos. De la la primera parada explicó: "Decidí cambiar los neumáticos delanteros por otros usados, pero fue un error y perdí tiempo". Batalló con los Honda durante toda la carrera y la lluvia de la última vuelta le permitió recuperar dos puestos tras evitar la colisión entre Rubens Barrichello y Nick Heidfeld, atrapando un quinto puesto de mérito en una carrera tan difícil.

La lluvia llegó en la última vuelta. De haber sucedido antes, Alonso hubiera acertado con su elección de neumáticos en la primera parada, pero no fue así. El asturiano rodaba cuatro segundos más lento que Fisichella y Schumacher, lastrado por el problema de sus gomas que no desaparecía.

MOMENTO CRITICO El ovetense solo necesitaba el escudo de su compañero durante cinco vueltas más, hasta la segunda parada, pero no lo encontró. Fisico le adelantó en la vuelta 29 y Schumacher un giro después. Todo estaba perdido. Los tres instalaron neumáticos de seco en el segundo repostaje, al que Schumacher llegó con 10 segundos de ventaja sobre Fisichella y 20 sobre Fernando Alonso.

El asturiano perdió 11 segundos extra con la tuerca de la rueda trasera derecha --otra vez la misma tuerca-- y las malas noticias no se acabaron ahí, porque Schumi sobrepasó a Fisichella cuando el italiano se incorporaba de boxes. Con neumáticos lisos Alonso voló, esta vez sí. Rebasó a su compañero, pero Michael estaba demasiado lejos. Lo intentó hasta el final, pero el agua llegó también demasiado tarde.