El Dakar en tierras del mítico Juan Manuel Fangio, pentacampeón del mundo de F-1. Quién lo iba a decir. Ni el más fanático de los seguidores del deporte del motor hubiera imaginado que, tres décadas después de su creación, el mítico París-Dakar abandonaría Africa para cumplir sus 30 años de existencia en Suramérica, más concretamente, en Argentina y Chile, a partir de mañana y hasta el próximo 18 de enero.

Y lo hará, nada más y nada menos, que con 530 vehículos (230 motos, 188 coches, 82 camiones y 30 quads), manejados por pilotos de 49 nacionalidades, ansiosos por recuperar el espíritu Dakar, frustrado por la suspensión del rally en el 2008 tras la amenaza lanzada, en Mauritania, contra la carrera por la organización Al Qaeda.

Guerra a la crisis

Amenaza de la que parece haber salido reforzado el rally. "La crisis mundial --ha reconocido ayer Etienne Lavigne, director del Dakar-- no nos ha afectado porque llegó después de que se organizara el rally y todos los equipos tuviesen ya cerrados sus presupuestos".

Durante los próximos 15 días, el nuevo o viejo pelotón recorrerá un total de 9.574 kilómetros, en los que se toparán con las llanuras de la Patagonia, el desierto de Atacama, el paso por la cordillera de los Andes y, también, con un nuevo reto como es la altitud, dificultad desconocida para los pilotos, lo que volverá a convertir esta carrera en un desafío tan exigente como imprevisible para todos.

"Para ganar el Dakar lo necesitas todo", asegura Carlos Sainz, bicampeón del mundo de rallys que, por tercer año, intentará contrarrestar con su Volkswagen el poder de la flota Mitsubishi. "No existe la fórmula perfecta o ideal para ganar este durísimo raid aunque, si la hubiera, estaría sin duda formada por unas gotas de suerte, o mucha, un coche veloz, resistente y versátil, orientación, capacidad de manejo de la carrera, resistencia física y mental y, sobre todo, regularidad, que consiste en equivocarte poco".

Todas estas virtudes serán puestas a prueba en el Rally Dakar Argentina-Chile 2009, considerado en el primero de los dos países australes como el acontecimiento deportivo más trascendente que se lleva a cabo allí desde el Mundial de fútbol de 1978. Los gobiernos de Argentina y Chile vieron en este gran evento una posibilidad para mostrarse al mundo y organizaron un Dakar que puede convertirse en "tradición", en palabras de Sergio Massa, jefe del Gabinete argentino. Claro que esta opción dependerá de la opinión de los pilotos, los principales sostenedores de una competición con un presupuesto de 13 millones de euros y que generará unas 670 horas de difusión televisiva en el mundo.

Mitsubishi, ganador de las últimas siete ediciones, es el principal candidato al triunfo en coches, guiados por su líder carismático, el francés Stephane Peterhansel, ganador en nueve ocasiones de esta prueba, seis en moto y tres en coche, el exesquiador francés Luc Alphand y el español Nani Roma. Amenazan su hegemonía los Touareg de Sainz y el surafricano De Villiers.

En motos, las mayores posibilidades recaen en Marc Coma y en los franceses Cyril Despres y David Casteau, todos con KTM, la marca austríaca que también lleva siete victorias.