REAL MADRID 2: César; Míchel Salgado, Helguera, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Figo, Beckham, Guti, Solari (Portillo, min.83); Zidane y Raúl.

ZARAGOZA 3: Láinez; Cuartero, Milito, Alvaro, Toledo; Cani, Ponzio (Generelo, min. 69), Movilla, Savio (Juanele, min.95); Dani (Galletti, min. 60) y Villa.

GOLES: 1-0. Min. 24. Beckham. 1-1. Min. 28. Dani. 1-2. Min. 45. Villa, de penalti. 2-2. Min. 47. Roberto Carlos. 2-3. Min. 112. Galletti.

ARBITRO: Carmona Méndez (Comité extremeño). Expulsó a Cani en el minuto 65 y a Guti en el 95.

El Real Zaragoza ganó con merecimiento la Copa del Rey al Real Madrid en una noche repleta de tensión, emoción e incertidumbre y con un partido enorme de dos argentinos, Milito y Galletti, cuyo concurso fue decisivo para tumbar a un Real Madrid desconocido, sin chispa.

El Madrid jugó el peor partido del año. Sólo vivió de dos acciones a balón parado. De los goles de Beckham y de Roberto Carlos. El resto, para el olvido. Llegó a jugar con un futbolista más, por la expulsión de Cani, pero ni así fue superior. El Zaragoza, en cambio, le puso el alma en cada acción. Le iba la vida ante un Madrid, que se fue hundiendo conforme pasaban los minutos.

En la prórroga, el Zaragoza quiso ganar. Siendo agresivo, con Juanele y Galletti como recursos, pero sobre todo con un futbolista soberbio y con jerarquía llamado Gabriel Milito.

Y el argentino demostró su clase, su talento y ese perfil de kaiser que ya exhibió en Independiente, en Argentina.

El primer tiempo resultó trepidante. De ida y vuelta. Salió el Zaragoza mordiendo, con garra, intimidando al Madrid hasta que Míchel Salgado enseñó los dientes a Savio con una entrada que le costó la amonestación al lateral madridista.

Necesitaba el equipo de Carlos Queiroz un gesto de autoridad para demostrar que no sólo puede vivir del arte y del toque. Así que el Madrid apretó el acelerador, con un desgaste notable, poco habitual en este equipo que acostumbra a vivir el éxito con el mínimo esfuerzo.

GOLES David Beckham adelantó al Real Madrid con un libre directo, una acción que hacía ya tiempo no le daba resultado. Ultimamente en los entrenamientos se pica con Diego, un chaval del filial, con quien se apuesta veinte euros si el chico detiene sus balones. Sin embargo fue otro tipo con el dorsal número 23 a la espalda, Dani García, quien dio la cara para dar a su club un empate que en ese momento supo a gloria a una afición que chilló siempre mucho más que la del Madrid. Se jugaba en terreno neutral, con igual número de hinchas, pero el Zaragoza jugaba en casa si había que medir el ruido.

El Madrid, tras el empate, entró en depresión. Milito y Alvaro jugaron al límite atrás, con una brillante actuación, Movilla lanzaba al equipo con fluidez y tanto Dani como Villa creaban peligro a César. En pleno bajón blanco, el Zaragoza, justo antes de irse al descanso, aprovechó un penalti de Helguera sobre Villa para dar la sorpresa. El 1-2 ponía al Madrid contra las cuerdas.

Láinez comenzó a ver rondar el balón por su área. A los 55 minutos sacó un remate de cabeza, de gol a Zidane. Impecable ahí Láinez, con los nervios a flor de piel. El Madrid comenzó a jugar con ventaja al ser expulsado Cani. Eso, en teoría, porque el Zaragoza sacó todo su orgullo. Y no se amilanó. No encontró ventaja nunca el Madrid con la superioridad numérica. Raúl no entraba en acción, no aparecía; Figo y Solari bajaban el pistón. No estuvo cómodo nunca el Madrid. Había nervios por los dos equipos. Y Queiroz tiró de Portillo para afrontar la recta final.

El Zaragoza a la contra, con la rapidez de Villa y el empuje entusiasta de Milito desde atrás, condujeron al Zaragoza con mucho mérito hacia la prórroga. Hasta ese momento, el triunfador moral de la final era el club aragonés. En la prórroga, Galleti sentenció con un golazo.