El campeón de Italia, el campeón de la Europa League y el campeón de España y de Europa. Así comienza el calendario de la pretemporada del Barcelona, mucho más duro e intenso que el de la Liga, que deparó un inicio con el Betis y el Alavés en las dos jornadas de agosto. Por si no fueran suficientes las dificultades puramente futbolísticas, ni el morbo por medirse con el verdugo de la Champions, el equipo de Mourinho y el gran rival español, el Madrid, Neymar se encarga de aderezar el debut azulgrana en la medianoche del sábado al domingo.

Neymar se lo piensa. Eso dice o eso quiere transmitir en una foto que colgó en Instagram, donde se le ve en una postura reflexiva tras el entrenamiento. Teóricamente no debería pensar nada con un contrato de cuatro años generosamente remunerado y ese estado de felicidad que anda proclamando en entrevistas concedidas en Brasil.

DUDAS ESCENIFICADAS / La escenificación de esas dudas, si anda debatiéndose ente la oferta del PSG o seguir jugando en el Barça, no ayuda en nada al club. Ni a sus directivos, la mayoría de los cuales sigue el desarrollo del culebrón a través de los medios de comunicación. La verdad del asunto se cuece entre muy pocas personas. «Todos tranquilos» decía Josep Maria Bartomeu con una sonrisa a quien le preguntaba sobre Neymar, tratando de representar una paz que se antoja forzada.

Pero no hay tranquilidad en el Barça. Nunca. Y menos con Neymar, a quien acompaña la polémica desde el primer día en que se puso la camiseta azulgrana. Durante cuatro años la lupa examinó los contratos que permitieron al jugador marcharse del Santos esquivando al Real Madrid. La lente amplificó la letra pequeña (y los grandes números) en los juzgados. Sin que haya terminado el segundo proceso judicial (el primero condenó al Barça a dos delitos y exoneró a Rosell y Bartomeu a cambio de una multa, aceptada por la junta) con la demanda por estafa, sí que podría acabar la carrera de Ney en el Camp Nou para seguir en París.

LA INFLUENCIA DE ALVES / Allí donde está Verratti, el jugador preferido del Barça y al que no ha podido fichar, y Dani Alves, un íntimo amigo suyo y al que en algunos sectores culés acusa de incordiar para atraer a Neymar a París.

Bartomeu proclama la tranquilidad del Barça y esa tranquilidad solo se sustenta en la dificultad de pagar 222 millones que liberará a Neymar de ese estado pensativo. Si el PSG se negó a negociar con el Barça para hablar de Verratti, el Barça no quiere oír al club francés. Pero si Nasser Al-Khelaifi se presenta con el talón, no quedará otra opción que ingresarlo. Y gastarlo en busca de un recambio de dimensión comparable. Si existiera.

Alguien será su sustituto. Y entre los nombres emergentes reaparece el de Dybala, el jugador argentino de la Juve, y a quien le caerá ahora la presión de responder preguntas sobre el Barça. Este zurdo, de 23 años, sin embargo, es uno de los pilares del club italiano. Alves y Bonucci han dejado el equipo tras el último fiasco ante el Madrid. Antes, en los cuartos, la Juventus plasmó una incuestionable superioridad sobre el Barça con el 3-0 de Turín y el triste 0-0 de la vuelta.

El nervioso silencio del Barça se acrecienta por el elocuente silencio de los Neymar. La familia Da Silva haría un gran favor al club si quisiera eliminar de raíz toda la zozobra que acompaña al equipo en EEUU en víspera de su estreno. Si Valverde había olvidado cómo era el Barça por dentro desde que se marchó hace 27 años, ahora ha comprobado que no ha cambiado tanto.

NEYMAR SÉNIOR / La pelota está en los pies de Neymar. Primero del padre, director en la sombra de la carrera del hijo, y a quien no le importa ejercer el papel de policía malo. El júnior pone la sonrisa y se muestra risueño, indiferente al ruido de la cacharrería, aunque en algún momento tendrá de hablar, Más que hablar, que no lo hace ni para acallar el alboroto, tendrá que decidirse.

El sano propósito del progenitor persigue que el delantero sea el número uno del mundo. Algo que difícilmente se producirá jugando al lado del propietario del número, por más que luzca el 10. Leo Messi es un tapón para el brasileño, que solo vuela jugando con la seleçao.

El Barça dice que Neymar no se irá, y las voces que defienden lo contrario esgrimen que el club quiere ganar tiempo para tener atados los fichajes antes de pasearse con un cheque de 222 millones como hizo Joan Gaspart con uno de 10.000 millones después de perder a Figo en el 2000.