Por primera vez desde el 2009, los 31 mayores bancos en Estados Unidos están suficientemente capitalizados como para seguir prestando dinero en caso de una recesión severa. Ese ha sido el dictamen de la primera parte de las pruebas de estrés anuales a las principales entidades bancarias realizado por la Reserva Federal y hecho público este jueves y que incluye a las filiales de Santander y BBVA.

La primera ronda de las pruebas estudia la capitalización en el hipotético escenario de una crisis de al menos nueve trimestres en la que el paro alcanzara el 10%, el precio de la vivienda cayera un 25%, se debilitara el mercado de deuda y se hundieran un 60% los mercados financieros. Los resultados anunciados este jueves apuntan a la posibilidad de que pronto se vuelva a dar permiso a los bancos para subir dividendos para sus accionistas, empezar a recomprar acciones o realizar adquisiciones.

Esa luz verde, no obstante, no se encenderá antes de que se conozca el día 11 el resultado de la segunda parte de la analítica, que estudia si las entidades tienen un buen proceso interno para predecir y gestionar potenciales riesgos. Esa segunda ronda es la más determinante y el año pasado, por ejemplo, solamente uno de 30 bancos no pasó la primera prueba (en la que este año se ha incluido a Deustche Bank), pero cinco no superaron la segunda.

Tanto Zions, el banco que suspendió el año pasado, como Goldman Sachs son las entidades que parecen más en apuros en el segundo examen pues el primero lo han pasado con solo unas décimas porcentuales sobre los mínimos requeridos por la Fed, que aunque ha relajado algo las limitaciones a los pagos de dividendos aún no ha vuelto a permitir que se retorne a los niveles anteriores a la crisis.

Según datos de Reuters, el año pasado los bancos estadounidenses examinados pagaron 25.000 millones de dólares en ese concepto, casi cuatro veces más que en 2010 pero aún lejos de los 44.000 millones del 2007.