El 12 de enero, la agencia de calificación americana Standard & Poors (S&P) anunció que estaba pensando rebajar la máxima nota concedida a la deuda pública española. Eso suponía perder la matrícula de honor ostentada por España desde enero del 2002 (rating triple A) y bajar a sobresaliente alto (AA+). El solo anuncio provocó un bandazo financiero. Un minuto después, el euro se depreció frente al dólar el 1%. Los inversores entendieron que el riesgo de impago del Reino de España, aunque remoto, era algo mayor que en países como Alemania. En cinco días, la deuda española se encareció en 0,27 puntos y quedó convertida en papel mojado la mitad de la rebaja del precio oficial del dinero (de 0,50 puntos) que había promovido el Banco Central Europeo (BCE) unos días antes.

El 19 de enero, S&P cumplió su amenaza y rebajó el rating de la deuda española. Según el Gobierno, eso le va a costar al Tesoro 170 millones de euros. Otra cosa es lo que tendrán que pagar particulares y empresas en forma de hipotecas y créditos más caros (un cuarto de punto más en el tipo de interés). Un ejemplo: los 50.000 millones que empleará el Estado para comprar activos a la banca costarán 135 millones más en intereses de deuda pública; el coste se trasladará a bancos y cajas, y estos lo cargarán a sus clientes.

CREDIBILIDAD DEL MERCADO Esta es la crónica rápida de cómo en una semana las agencias de rating, fuertemente desacreditadas por la crisis de las hipotecas subprime, han puesto en evidencia que siguen siendo todopoderosas. "Tenemos la credibilidad que nos otorgan los mercados", dice la analista de S&P Myriam Fernández de Heredia, autora del informe sobre España.

Las tres grandes agencias de calificación, las estadounidenses S&P, Moody´s y Fitch, están en el origen de la crisis financiera mundial. Ellas concedieron altísimos ratings a los bonos construidos a partir de hipotecas de EEUU de altísimo riesgo (subprime ). Gracias a ello, los bonos fueron adquiridos con total confianza por entidades y fondos de pensiones y de inversión de todo el mundo, que ahora sufren las consecuencias.

La metedura de pata de las agencias de rating fue tan monumental que fueron cuestionadas por las autoridades de todo el mundo que, desde entonces, debaten cómo reforzar su credibilidad e independencia. Pero eso no impide que sigan teniendo una influencia enorme.

Diferentes expertos coinciden en que, a pesar del error con las subprime, las agencias de calificación "conservan un gran prestigio". "Fallaron en la calificación de los bonos estructurados a partir de las subprime, pero es que la titulización de hipotecas era un producto financiero relativamente reciente", concede un experto. Para el resto de los activos financieros, conservan intacta la credibilidad acumulada durante más de un siglo de historia, añade. Hace unos días, el director de regulación del Banco de España, José María Roldán, ahondaba en esta cuestión. Reconocía que, si bien es cierto que "la credibilidad de las agencias ha caído", sus valoraciones solo erraron para ciertos activos complejos.

El presidente de la sociedad de infraestructuras Abertis, Salvador Alemany, confesó el jueves su sometimiento a la dictadura de las agencias de calificación. "Nos preocupan los ratings ", dijo en un encuentro con periodistas. "Es un tema importante, sea cual sea la credibilidad de las agencias, y nos somete a una gran autodisciplina", justificó.

MAS FIABLES "Los médicos también se equivocan", ejemplifica el profesor del IE Business School, Rafael Pampillón. En su opinión, las agencias han aprendido de sus errores y hoy son más fiables, "del mismo modo que el cirujano que ha cometido un error tiene, a partir de entonces, más cuidado". S&P asegura que están reforzando los "procesos de valoración" para "mejorar la transparencia".