Rodrigo Rato recibió el trato habitual en cualquier detención. Los agentes de Aduanas que este jueves llevaron a cabo el registro del domicilio y del despacho del exvicepresidente del Gobierno han justificado el modo en el que le introdujeron en el coche. Una mano sobre la cabeza suele ser un signo de humillación superlativo, pero en las actuaciones policiales no pasa de ser un movimiento casi automático por parte de cualquier policía, como una medida para evitar autolesiones de los detenidos. Sin embargo, Rato no iba esposado, de ahí que el gesto del agente de aduanas pareciese algo sobreactuado.

Fuentes de Aduanas han explicado a Europa Press que independientemente de que sus detenidos vayan esposados o no, es el protocolo habitual porque en ocasiones se han golpeado igualmente y posteriormente han denunciado ante un juez haber sido agredidos.