Los fondos alemanes para incentivar la compra de coches nuevos se han quedado vacíos. Los últimos 2.500 euros de ayuda que el Gobierno de coalición de Angela Merkel ofrecía a todo aquel que cambiase su vehículo antiguo por uno recién salido de fábrica se concedieron a principios de esta semana y el pánico ya ha empezado a cundir entre los fabricantes de automóviles alemanes. Los expertos reconocen que el negocio se ha mantenido a flote en gran parte gracias a las ayudas públicas, y ahora se espera un descenso radical de las ventas y el inicio de lo que los medios de comunicación ayer denominaban como una "lucha de rebajas".

Los 5.000 millones de euros que el Gobierno dispuso para ayudas han financiado casi dos millones de pedidos y, según el ministro alemán de Exteriores y candidato socialdemócrata a la cancillería, Frank-Walter Steinmeier, han servido para preservar unos 200.000 empleos.

Pero el plan de incentivos no se prolongará y los fabricantes de coches ya amenazan con acogerse a los recortes de jornada para parte de sus plantillas. Aunque se espera que la cifra de ventas del 2009 se salve gracias al incremento de los últimos meses y que los vehículos nuevos vendidos se acerquen a los cuatro millones, las previsiones para el 2010 no son nada halagüeñas.

Algunos expertos hablan de un millón de pedidos menos en el próximo año que podrían traducirse en la pérdida de hasta 90.000 puestos de trabajo. Una tendencia que no se debería únicamente a la crisis, sino al daño que, según dicen, han hecho las primas a la estructura de precios de los vehículos. "Será muy difícil explicar ahora al comprador alemán que solo obtendrá un 20% de descuento en una compra", aseguraba ayer un experto en la edición on line del semanario Spiegel .