El Gobierno alemán aprobó ayer la privatización parcial de Deutsche Bahn (DB) --los ferrocarriles públicos--, hasta ahora en poder del Estado. Pone a la venta el 49% de la empresa, mantiene la gestión y se reserva para sí toda la red vial, de 35.000 kilómetros, al menos los próximos 15 años.

El proyecto fue presentado por el ministro alemán de Transportes, Wolfgang Tiefensee, quien afirmó que a partir del próximo año una cuarta parte de las acciones de la compañía cotizarán en bolsa.

La iniciativa debe transformarse en ley y, para ello, el proyecto debe ser aprobado por el Parlamento. Si bien el Gobierno controla la mayoría de los dos votos en ambas cámaras, se teme que se produzcan problemas ya que representantes de los partidos integrados en el Gobierno y de la oposición han señalado que se opondrán.

"La red seguirá en manos del Estado. Ni un solo kilómetro de red pasará a ser competencia de los inversores", subrayó ayer el ministro Tiefensee. También resaltó que "el Estado seguirá siendo el propietario mayoritario y, por tanto, garantizará la integridad de la infraestructura".

TEMORES Los sindicatos expresaron su oposición al proyecto, temerosos de que se reduzca la plantilla. Los ferrocarriles alemanes desean mejorar su situación económica y su endeudamiento y aumentar su presencia internacional. En ese sentido, DB acordó la compra de un 55% de la empresa española Transfesa y el 100% de la británica WWS.

Según el presidente de DB, Harmut Mehdorn, las compras ayudarán a integrar las redes europeas de transporte ferroviario y a ofrecer nuevos servicios transfronterizos.