Alemania y Francia, las dos grandes economías de la zona euro, no quieren que Grecia acuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) a pedir ayuda. El problema, defienden, debe resolverse dentro del continente. La crisis de endeudamiento helena, sin embargo, ha puesto en evidencia las carencias de la zona euro para evitar y solucionar este tipo de conflictos.

Así las cosas, los dos países están trabajando ya para crear una institución con una experiencia y unos mecanismos de intervención comparables a los del FMI. "Tenemos que reconocer que los instrumentos de los que disponemos no son suficientes para superar una situación como la actual y debemos pensar qué puede cambiar en la eurozona para que en el futuro podamos resolver estos casos por nosotros mismos y de manera legal", defendió la cancillera alemana, Angela Merkel, en un encuentro con periodistas.

La mandataria aclaró que todavía quedan muchos aspectos por definir. "Hay muchas preguntas abiertas, como quién pagará qué, de qué manera o cuán independiente será el fondo de la Comisión, además de cuestiones como la de las sanciones por incumplir los pactos de estabilidad y crecimiento", subrayó. La idea es acompañar las ayudas con sanciones más estrictas.

SANCIONES PREVIAS Merkel se declaró partidaria de estudiar sanciones previas para evitar que los países lleguen a la situación de Grecia. También de ampliar el acceso de Eurostat a los datos estadísticos de los países, algo a lo que Alemania se opuso en el 2005. La cancillera reconoció que la creación del fondo obligaría a modificar los tratados europeos. "Si la UE quiere tener margen de maniobra tiene que estar preparada para enfrentar situaciones que evidenciarán que el Tratado de Lisboa no puede ser el fin de la historia", dijo.

La Comisión confirmó que está trabajando "estrechamente" con Alemania, Francia y otros países en la creación del fondo. El portavoz de Asuntos Económicos, Amadeu Altafaj, apuntó que la iniciativa deberá contar con el apoyo de todos los países de la eurozona y debe ir acompañada de una mayor coordinación de las políticas económicas y la vigilancia de los países.

El economista jefe del Banco Central Europeo, Jürgen Stark, rechazó de forma tajante la creación del fondo y lo juzgó incompatible con la Unión Monetaria. "Minaría la aceptación pública del euro y de la Unión Europea", afirmó en una entrevista al diario alemán Handelsblatt.