La única instancia que pude evitar la catástrofe de los países más débiles de la eurozona, la de las autoridades comunitarias y los grandes líderes europeos, apoyó ayer a España y provocó una jornada de euforia en las bolsas europeas, en especial en la española (el Ibex 35 subió el 5,42%, impulsada por la banca). Incluso Portugal, a la que la mayoría del mercado da por sentenciada, logró una buena colocación de deuda y azuzó más el paroxismo comprador de los inversores.

La Comisión Europea fue la principal responsable del optimismo de la jornada. Su presidente, José Manuel Durao Barroso, pidió a los mandatarios de los países que aprueben incrementar la dotación y flexibilizar el uso del fondo de rescate en su próxima cumbre del 4 de febrero. La medida "daría garantías a los mercados de que la estabilidad de la eurozona no está en cuestión y de que el euro sigue siendo una moneda estable y fuerte", argumentó.

ALEMANIA, A FAVOR La principal novedad fue que Alemania, que se había mostrado renuente, acepta ya la opción de mejorar el fondo. La cancillera alemana, Angela Merkel, destacó que su dotación actual (440.000 millones, ampliables a 750.000) "aún está lejos de agotarse", pero, lo que es más importante, aseguró que su país está dispuesto a "hacer lo que sea necesario" para salvar al euro. Desde Francia, el ministro del Presupuesto, François Baroin, también se mostró dispuesto a debatir el asunto.

El riesgo es que los inversores piensen que si se amplía el fondo es porque se va a necesitar. Durao Barroso aclaró que la modificación no implica que España y Portugal vayan a necesitar la ayuda. "No veo ninguna razón para alimentar la especulación en este sentido", dijo el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Olli Rehn, tras alabar las importantísimas y muy acertadas" medidas del Gobierno.

También contribuyó decisivamente el éxito de la muy esperada subasta de deuda de Portugal. Colocó 1.249 millones de euros en bonos a cuatro y 10 años con una demanda que superó en tres veces la oferta. El buen resultado de la emisión generó buenas expectativas para la que hoy tiene que colocar España: entre 2.000 y 3.000 millones de euros en bonos a 10 años.