El Parlamento irlandés aprobó anoche los presupuestos generales más duros y penosos en la historia del país. El impopular Gobierno de Brian Cowen confirmó que el próximo año habrá subidas de impuestos, recortes en las prestaciones sociales y bajada de los sueldos, con el objetivo de ahorrar 6.000 millones de euros.

De esta forma se cumplen las exigencias de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, a cambio del plan de rescate para el país. "Hemos atravesado dos años tumultuosos, que han culminado con nuestra petición de ayuda internacional. Este presupuesto es la primera etapa para asegurar nuestra recuperación", declaró durante la presentación en el parlamento el ministro de Finanzas, Brian Lenihan. El ministro denunció abiertamente la voracidad sin límites de los bancos irlandeses, cuyo hundimiento ha puesto al país al borde de la quiebra.

La oposición votó en contra y acusó al ejecutivo de ser una marioneta de las organizaciones internacionales. "Este presupuesto es todo lo malo que nos temíamos", señaló Eamon Gilmore, el líder laborista.

A pesar de la reducida mayoría de dos votos de la coalición gubernamental integrada por el Fianna Fail y los Verdes, el presupuesto pudo ser aprobado. De no ser así, el plan de rescate hubiera quedado en el aire. Las medidas, que afectarán ampliamente a las clases medias y bajas, solo servirán para aumentar la impopularidad de Cowen, que tiene los días contados. El primer ministro se ha comprometido a convocar elecciones anticipadas a principios del próximo año, una vez se hayan completado todos los trámites legales presupuestarios.