Todos los países europeos coincidieron ayer en cuestionar el mantenimiento del anacrónico privilegio británico de recuperar el 66% de sus contribuciones netas a la Unión Europea (UE), porque su recorte ofrecería un margen para pactar el presupuesto. Claramente a la defensiva, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, amenazó de nuevo con un veto si se toca el cheque británico y calificó el presupuesto europeo de "injusto y despilfarrador".

La presidencia de la UE y los demás países comunitarios argumentan que el cheque británico se concedió en 1984, cuando Gran Bretaña era un país relativamente pobre y el presupuesto comunitario se centraba en las ayudas agrícolas que beneficiaban poco al campo británico. Desde entonces, Gran Bretaña se ha convertido en uno de los países más ricos de la comunidad europea.

El cheque británico ascenderá en el 2005 a unos 5.115 millones de euros, que serán costeados por los demás socios comunitarios, incluidos los países pobres del Este. España aportará casi el 14% de esa cantidad, unos 707 millones de euros. Con la ampliación, el importe del cheque británico se disparará a partir del 2007 hasta situarse en una cifra insoportable de 8.000 millones de euros anuales.