La cuestión para los bancos y cajas españoles no es definir cuál es el mecanismo que debe aplicarse ante crisis sistémicas, pues ya existe uno y funciona: el sistema de provisiones para cubrir las insolvencias así como el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) y el Fondo de Garantía de Inversiones (FGI) son suficiente colchón para amortiguar los riesgos del sistema. Por esa razón, la mayoría de entidades no quieren ni oír hablar de un nuevo impuesto. Una posibilidad que puso de manifiesto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ante los líderes del G-20 el domingo en Toronto.

Zapatero admitió que el FGD puede ser "revisado, complementado o ampliado" para adaptarse a los criterios que marcará el G-20 en su próximo encuentro de Seúl en noviembre. Zapatero avisó, asimismo, de que esos cambios no iban a ser del agrado del sector. Y razón no le falta, pues bancos y cajas parten de que la situación del sistema financiero en España es muy diferente a la de otros países en los que el Estado se ha visto obligado a convertirse en accionista directo de la banca. "Las cosas en España ya están bien como están porque los requerimientos de capital son suficientes. Añadir una nueva tasa sería castigar al sector. Pero si se pusiera, deberían eliminarse otras que ya existen", comentó ayer un ejecutivo de una entidad financiera catalana.

La presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, resumió el pasado viernes el pensamiento de buena parte del sector bancario en el sentido de que aplicar un impuesto especial a las entidades financieras penalizará a quienes han sido "prudentes" y "menos arriesgadas" y no servirá para resolver la situación. Entre las grandes entidades se considera razonable hablar de incrementar las aportaciones, pero no se ve muy oportuno modificar los mecanismos existentes. En este sentido se expresaron también fuentes de los dos grandes bancos españoles.

El problema, en todo caso, es qué tipo de solución acuerda el G-20 a la hora de aplicar un tasa bancaria. La idea de cargar las transacciones --que es precisamente la opción que baraja el Reino Unido-- penaliza a los grandes bancos y no contempla los riesgos asumidos por las entidades. A los bancos españoles no les seduce lo más mínimo la idea de que pueda producirse un cambio en ese sentido.