Bancos y cajas de ahorros atraviesan duras dificultades en la actual crisis financiera internacional y de recesión de la economía española. Se nota, sobre todo, en la morosidad de los créditos, que en junio sumó 38.511 millones, más del doble que un año antes. La tasa de morosidad ha pasado en 12 meses del 0,65% al 1,30%, en junio, y ha llegado al 1,82% en septiembre. Si solo se tienen en cuenta las familias y empresas españolas, la morosidad es más preocupante, pues llega al 2,54% y supera el 4% en algunas entidades. La mora crece como la espuma, pero, según el Banco de España, las entidades españolas tienen colchón para aguantar eso y más.

Según el informe trimestral de Estabilidad Financiera que ayer publicó el Banco de España, el nivel de provisiones por insolvencias, que llegó a superar el 200% de los activos de dudoso cobro, se reducirá hasta un nivel similar a la media de la UE, del 50%. Según el Banco de España, tal nivel de provisiones permitirá aguantar sin problemas una tasa de mora del 4%. Si, además, se refuerza con el beneficio de un año de las entidades, la capacidad de aguante se eleva al 7%. Y si se añaden tres cuartas partes de los beneficios de los dos años siguientes, el margen llega al 9%, una tasa que quintuplica la de septiembre del 2008 (1,82%).

Según los datos difundidos ayer por el Banco de España, en junio del 2008, la dudosidad de las empresas de construcción fue del 1,99% (la quiebra de Martinsa fue en julio), la de las hipotecas llegó al 1,28% y la de los créditos de consumo, al 3%.

En su informe, el regulador constata los problemas de liquidez que presionan a las entidades españolas. No obstante, afirma que la mayor parte de sus deudas vencen después del 2013 (60%). Además, los depósitos ya crecen más que los créditos. El organismo subraya, además, las mejoras en rentabilidad y solvencia de las entidades, aunque el beneficio global del semestre ha caído el 2,5%.

El Banco de España estima que las medidas de apoyo a la liquidez adoptadas por los gobiernos europeos ayudarán a amortiguar los problemas. Pero se muestra muy reticente sobre la posibilidad de que los estados aporten capital a las entidades pues existe el peligro de que pueda ser utilizado por quien no lo necesite de verdad para lograr una ventaja competitiva.