Las principales entidades financieras españolas, los sindicatos y la patronal coincidieron ayer en la receta para evitar que se repita una crisis como la actual: más y mejor regulación internacional. Así se lo hicieron saber ayer al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que recibió por separado a los cuatro principales banqueros del país y a los representantes de los trabajadores y las empresas en la primera ronda de conversaciones para preparar la próxima reunión del G-20 en Washington.

Los dirigentes de la banca fueron los que hicieron más hincapié en la necesidad de reforzar la supervisión del sistema financiero mundial. Tanto los representantes del sector como el líder del Ejecutivo destacaron la actuación del Banco de España en los últimos 30 años.

La regulación de este organismo siempre se ha caracterizado por su prudencia. Pese a que en el pasado la criticaron por ser excesivamente restrictiva y darles menos margen que a sus competidores extranjeros, las entidades españolas no paran de aplaudirla en público y en privado desde que estalló la crisis.

Precisamente, The Wall Street Journal puso ayer como ejemplo para reformar la regulación financiera global el sistema de provisiones bancarias dispuesto por el Banco de España en el 2000 (además de por riesgo de impago, las entidades tienen que guardar fondos para afrontar los cambios de ciclo).

DESVENTAJA Los máximos dirigentes del Santander (Emilio Botín), el BBVA (Francisco González), La Caixa (Isidre Fainé) y Caja Madrid (Miguel Blesa) apoyaron las líneas generales del documento aprobado por el Consejo Europeo el pasado viernes y con el que la Unión pretende acudir con un mensaje homogéneo a Washington. Le advirtieron, sin embargo, de que no es lo suficientemente preciso.

Además, criticaron la "desventaja competitiva" que les suponen las enormes inyecciones de capital --que no de liquidez-- que reciben algunas entidades europeas por parte de sus estados. Los bancos españoles no quieren que el Gobierno refuerce su solvencia, pero pidieron a Zapatero que plantee en Washington que estas inyecciones no se contabilicen como capital básico de las entidades, para evitar que la comparación les perjudique.

PROYECTO DE ALTAS MIRAS José María Fidalgo y Cándido Méndez, líderes de CCOO y de UGT, entregaron a Zapatero un exahustivo documento de propuestas preparado por la Confederación Sindical Internacional (CSI) con motivo de la próxima reunión del G-20. Los sindicatos quieren que los países se pongan de acuerdo en un plan de recuperación económica a escala mundial, ya que es previsible que el paro pase de 190 a 210 millones de personas en el 2009. El fin debe ser estabilizar los mercados de capitales, sacar a las economías de la recesión y volver a la creación de empleo digno. Para ello exigen recortes coordinados de los tipos de interés, programas coordinados de inversiones en infraestructuras, medidas fiscales y ayudas a los países menos desarrollados.

El secretario general de la CEOE, José María Lacasa, también insistió ayer en que la revisión del sistema financiero mundial se haga de manera coordinada entre las grandes potencias y los países emergentes.

CCOO y UGT se han unido al resto de los sindicatos para pedir que las instituciones financieras estén debidamente reguladas, la desaparición de paraísos fiscales y la protección de los consumidores ante préstamos abusivos.

Los países deberían establecer un sistema de gobierno de la economía mundial que no olvide fortalecer los mecanismos de protección de desempleo, la educación, la salud y medidas dirigidas a las clases medias, piden las centrales. Sería bueno, opinan, crear un fondo de inversiones europeo para todo ello.

Tras el G-20, Fidalgo y Méndez consideran que debería producirse una inversión de valores: desde la economía financiera a la productiva, desde el valor del dinero al del trabajo.