El Banco de España reconoce que lo peor de la crisis económica ha pasado ya, pero eso no implica que vaya a rebajar un ápice el nivel de sus voces de alarma. España necesita acometer reformas "profundas, ambiciosas y urgentes" si pretende volver a crecer con fuerza, advirtió ayer José Luis Malo de Molina, director del servicio de estudios del organismo.

Como es habitual en la institución, el mayor énfasis recayó en la necesidad de cambiar el mercado de trabajo. "Nada cuestiona que se necesita adaptar los salarios a las condiciones económicas de las empresas y unas condiciones de contratación que descansen menos el ajuste del empleo sobre los trabajadores temporales", defendió.

Los salarios de las empresas no financieras, desveló, han pasado de crecer el 3,7% en el 2007 al 2,8% en el 2008, y al 1,5% en los nueve primeros meses de este año. Son aumentos notables, a juicio del directivo, porque se producen a pesar de la recesión y de la caída de los precios.

El problema es que la "menor" flexibilidad de los salarios españoles hace que las empresas se adapten a la crisis reduciendo el empleo, a lo que también favorece la alta temporalidad. En este sentido, Malo de Molina reclamó una reforma de la contratación y una mayor extensión de los convenios de empresa sobre los sectoriales o regionales, menos adaptables a la situación concreta de cada compañía.

INSUFICIENTE Malo de Molina estimó que la ley de economía sostenible que acaba de presentar el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero incluye algunos "pasos positivos" en asuntos como la equiparación del alquiler y la compra de vivienda o la reducción de las cargas administrativas. Pero, advirtió, hacen falta reformas que sean mucho más ambiciosas para salir de la "encrucijada".

El responsable del servicio de estudio del Banco de España basó muchas de sus conclusiones en los resultados registrados por las grandes empresas no financieras, cuyo beneficio ha caído el 29,7% en los nueve primeros meses del año. Y el descenso podría haber sido todavía más grave de no ser porque la bajada de los tipos de interés favoreció que sus gastos financieros descendiesen el 28,6%, una caída sin precedentes. Malo de Molina alertó de que los resultados netos de las empresas "no podrán seguir contando en el futuro con recortes tan intensos de los gastos", ya que un eventual cambio de tendencia en la política de tipos de interés "podría jugar en contra de las empresas". Las compañías, advirtió, tienen que reducir deuda, pues ya no pueden confiar en ese efecto para el 2010, ya que el precio del dinero no va a bajar más. "Para ponerse en posición de crecimiento, las empresas van a tener que sanearse", alegó.