Los ciudadanos de Siena lo llamaban el banco y no la banca como habitualmente se dice en italiano. Pronunciaban la palabra con afecto, respeto y tranquilidad, porque era la poliza de seguros de la ciudad que por siglos fue rival del ducado de Florencia, inventora de los bancos. El Monte dei Paschi di Siena (MPS) es el más antiguo del mundo y tercero de Italia. Se llama así porque el “monte de piedad” prestaba dinero con los avales de los pastos del valle.

En Siena el MPS, dirigido por masones y comunistas y comunistas masones, lo era todo. En los albores de internet, el banco cableó la ciudad y los habitantes accedían no solo al banco sino también al ayuntamiento, al médico de cabecera, a las escuelas de los hijos y a todas las oficinas oficiales sin moverse de sus casas. Una televisión local por cable mantenía unida a la familia, porque de eso se trataba, una sociedad-familia o un nosotros, como los que sabía crear el mayor Partido Comunista (PCI) occidental. Sucedía en Siena, Florencia y Bolonia y los diarios estadounidenses, estupefactos, acudían a relatar el milagro del “comunismo italiano”. Pero se acabó.

El MPS ha perdido un 80% de su valor en lo que va de año, después de que ya desde 2011 le fueran inyectados 11.000 millones por el Estado, equivalentes al 4% de su capital, que a día de hoy no alcanza los 1.000 millones. No es el único italiano en caída libre, porque en las cajas fuertes de los bancos hay 360.000 millones de créditos dudosos (900.000 millones en la eurozona), 200.000 millones de los cuales son irrecuperables. El daño al MPS no fue por el Brexit, sino que se arrastraba de mucho antes, aunque ahora ha llegado a un punto de casi no retorno. “Si cae el MPS, cae Europa”, afirman varios centros de análisis. “El problema de los bancos italianos es serio, pero no constituye una emergencia sistémica”, rebate y tranquiliza Ignazio Visco, director del banco central de Italia.

El primer ministro, Matteo Renzi, ha tenido que aparcar otras urgencias para afrontar un posible “efecto dominó” bancario y resolver con Bruselas el retraso de decenios en sanear los bancos del país. “Los clientes no deben temer por sus ahorros”, tranquiliza también Renzi.

En los últimos meses, el gobierno ha tenido que intervenir 16 bancos, principalmente cajas rurales y bancos populares, Por otra parte, los doce bancos italianos cotizados en bolsa necesitan urgentemente 23.000 millones para tapar el 80% de los créditos deteriorados de sus carteras, que no serán devueltos o no se sabe cuando.

Las nuevas normas europeas (2013) obligan a salvar los bancos con dinero interno y no con el de los contribuyentes o clientes con cuentas inferiores a los 100.000 euros. El Estado ya no puede inyectar capitales, sino sólo, eventualmente, avalarlos, para que los obligacionistas directos y quizás los subordinados se troquen en accionistas de la institución. Roma había predispuesto un fondo (Atlante) de 4.200 millones para ello, de los que restan sólo 2.500, absolutamente insuficientes para los al menos 40.000 millones que según los analistas necesita el sistema bancario.

“Nos pasaremos las normas por la torera”, vino a decir Renzi. “Ahora hay reglas más severas”, le ha respondido Jeroen Dijssel Bloem, presidente del eurogrupo, subrayando que “otros países (Irlanda, Portugal, España y, en menor medida, Grecia) han restructurado los bancos antes de las nuevas normas sobre el rescate bancario, pero Italia no lo ha hecho”. “Las clases dirigientes italianas han preferido no destapar las demasiadas madrigueras del crédito, especialmente en las provincias”, escribe el periodista económico Federico Rubini.

Renzi se encuentra ahora atrapado entre Bruselas y mermar los capitales de accionistas, obligacionistas y clientes de a pié de los bancos del país, que no quieren ser sacrificados a ser accionistas de bancos devaluados. Renzi perdería la popularidad. A no ser que, como advierten algunos centros de análisis, se encuentre una posible solución negociada con Europa. En octubre se celebrará un referéndum que debería coronar un ciclo de reformas constitucionales que no hicieron Silvio Berlsconi, Mario Monti y Enrico Letta, consulta que Renzi perderá si unos clientes muy enfadados salen a la calle. Y si la rechazan y cae su Ejecutivo, será Europa quien perderá la estabilidad de la tercera economía de la eurozona. “Alarma roja”, titulan algunos diarios.