Quinta subida del precio del dinero en menos de un año. ¿La razón? El Banco Central Europeo (BCE) quiere que el índice de precios de consumo (IPC) esté bajo control en los países del euro. Por eso ayer decidió en París elevar desde el 3% al 3,25% la tasa oficial de interés, además de avisar a los ciudadanos europeos de que en diciembre volverá a tomar idéntica medida si la inflación no se modera en la eurozona.

Aunque el incremento de las tasas oficiales se ha asociado en los últimos años básicamente a un encarecimiento inmediato del crédito, lo cierto es que constituye un instrumento político con diferentes efectos. Por ejemplo, el encarecimiento de los préstamos enfría la actividad económica y, en consecuencia, los precios de los productos se moderan al reducirse la demanda. La subida de los tipos acordada ayer y la anunciada para final de año son también una consecuencia de la recuperación de la economía europea.

OBSESION MONETARIA La principal obsesión del consejo de gobernadores del BCE es bajar el IPC de la Unión Europea (UE) por debajo del 2% a medio plazo. "Los riesgos que pesan sobre las perspectivas de evolución de los precios siguen claramente orientados al alza", argumentó ayer el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, con una terminología propia de economistas. El temor, por tanto, es mayor por lo que suceda en el futuro que por la situación presente, cuando la inflación de la UE es del 1,8%.

España es uno de los países que más inflación aporta al conjunto de la zona euro. En los últimos años, el IPC español era superior al precio del dinero. Esa situación poco corriente provocaba lo que los expertos han bautizado como "tipos de interés reales negativos". En teoría, comprar dinero era gratis.

Con la decisión del banco central de ayer, la tendencia se ha invertido y ahora la inflación en España es del 3% (según el dato provisional de septiembre), mientras que el precio del dinero se sitúa en el 3,25%.

PETROLEO Lo que suceda con el coste del petróleo en los próximos meses parece ser la máxima preocupación de los banqueros centrales. El encarecimiento del barril de crudo en los últimos años ha sido una fuente constante de inflación. Tanto es así que, pese al descenso de los precios de esta materia prima en las últimas semanas, los rectores de la política monetaria no se fían. Trichet llegó a expresar esa inquietud ayer al señalar que el abaratamiento del petróleo elevará la demanda, "que a su vez es fuente de presiones inflacionistas suplementarias".

Casi todo el razonamiento de Trichet para justificar la subida de las tasas de interés oficiales estuvo trufado de llamadas a la cautela y advertencias diversas. Incluso cuando se refirió al efecto positivo que una mayor demanda tendría sobre el mercado de trabajo aprovechó para dar un aviso: "Una progresión de los salarios más importante de lo previsto constituye un riesgo sustancial al alza para la estabilidad de los precios". Fue una inequívoca llamada a la responsabilidad de empresarios y sindicatos en la negociación salarial.

La decisión monetaria no sorprendió a los mercados, que daban por descontado que se elevaría el precio oficial del dinero. La bolsa española alcanzó el nivel máximo de toda su historia al cerrar a 13.116 puntos.