Mientras la Casa Blanca pide paciencia, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, urge a la acción. Ayer, en una comparecencia ante el Comité de Presupuestos de la Cámara de Representantes, Bernanke mostró su apoyo a la idea de aprobar en el Congreso un segundo paquete de incentivos fiscales, tras la inyección de 168.000 millones de dólares aprobada en febrero, para reactivar la economía de EEUU poniendo dinero directamente en manos de ciudadanos y gobiernos locales. "Ante la posibilidad de que la economía siga débil varios trimestres y ante el riesgo de una ralentización prolongada parece apropiado", afirmó.

Sus palabras fueron bien recibidas por la bolsa, que ayer en EEUU, en línea con las de Asia y Europa, vivió una jornada positiva en la que llegó a subir más de 200 puntos. Tenían, además, una implicación política, y es que su apoyo a un paquete de estímulos le alineaba con los demócratas y le desmarcaba de la Administración del presidente George Bush, que pide tiempo para que su plan de rescate empiece a dar frutos.

Bernanke, con su testimonio, demostró que no tiene la misma confianza que el Gobierno en que los 700.000 millones de dólares dirigidos a las instituciones sean útiles para devolver inmediatamente la fluidez y confianza a la economía real. Aunque dijo que el plan de participación pública en la banca ha producido "algunas señales esperanzadoras", señaló que es "demasiado pronto" para valorar sus efectos. De momento, pintó un gris panorama. Recordó, por ejemplo, que "los datos de consumo, vivienda e inversión empresarial han mostrado una ralentización significativa en los últimos meses y algunos determinantes clave de gasto han empeorado". Alertó, además, de una incertidumbre "inusualmente elevada" en las perspectivas económicas.

Si los demócratas señalan ya a herramientas concretas como el aumento del gasto en infraestructura o la expansión de la cobertura de desempleo, Bernanke eludió dar detalles sobre qué incentivos defiende. Sí señaló que cualquier plan tendrá que vigilar que no se dispare aún más el déficit público y "debería incluir medidas que ayuden a mejorar el acceso al crédito de los consumidores, propietarios y negocios", algo que podría ser "particularmente efectivo en la promoción del crecimiento económico y del empleo".

El discurso de Bernanke forzó a la Casa Blanca a replantearse su postura. Y si el 16 de octubre rechazaba la propuesta de un segundo paquete de estímulos, ayer el Gobierno aseguraba estar "abierto" a la idea.