Sin fisuras. El presidente del BSCH, Emilio Botín, defendió ayer en la Audiencia Nacional los pagos millonarios que percibieron el excopresidente José María Amusátegui y el exconsejero delegado Angel Corcóstegui cuando decidieron adelantar su jubilación tras la fusión del Santander con el Central Hispano. "No se les pagó una peseta de más", afirmó. Y añadió: "Volvería a pagarles de nuevo, si tuviera que decidirlo hoy".

Botín, que se negó a contestar a los letrados de la acusación, explicó a preguntas del fiscal su trayectoria en el banco y ofreció una clase avanzada sobre la composición y las funciones de los consejos de administración. Además, afirmó que los primeros acuerdos de la fusión, que convirtieron al Santander en el noveno banco del mundo en 1999, fueron reducir el número de consejeros y mantener la copresidencia dos años.

EL CONTRATO En esas fechas, Botín firmó un contrato con Amusátegui que establecía que al jubilarse éste, en febrero del 2002, recibiría una bonificación de 43,7 millones de euros (7.271 millones de pesetas). También pactó con Corcóstegui las condiciones de su jubilación y la posibilidad de retirarse a los 50 años. Ambos exdirectivos, según su diálogo con el fiscal, decidieron voluntariamente adelantar la retirada por distintos motivos.

Fiscal: "¿Por qué firma el contrato con Amusátegui?".

Botín: "Había que fijar las condiciones del vicepresidente, lo que iba a pasar después de su jubilación en febrero del 2002. Se tomó como referencia la brillante labor que había tenido como presidente del Central y del Central Hispano, el reto de esta operación y las referencias internacionales".

Fiscal: "¿Qué pasó para que Amusátegui adelantara su jubilación a agosto del 2001?".

Botín: "La fusión iba más rápido y me dijo que lo mejor era que hubiera una única presidencia. Fue una decisión racional con lo que estaba ocurriendo en el banco. Era un periodo transitorio y por voluntad propia y en interés del banco, me dijo que lo mejor era que adelantara su jubilación a ese año. Fue una decisión muy buena".

Fiscal: "¿Con ese contrato se estaba pactando el cese de Amusátegui?".

Botín: "No. Se pactaban las condiciones de su jubilación".

Fiscal: "Tras la marcha de Amusátegui, ¿usted y Corcóstegui eran los que mandaban en el banco?".

Botín: "Sí".

Fiscal: "¿Era una situación incómoda? ¿Le molestaba compartir el poder?".

Botín "No, en absoluto. En un banco del tamaño del BSCH no era conveniente que hubiera una sola persona con todo el poder ejecutivo".

El presidente del BSCH explicó que, tras la salida de Corcóstegui, nombró como consejero delegado a Alfredo Saénz y explicó que no se sustituyó esas bajas porque buscaba reducir los consejeros. "Pasamos de 27 a los 19 actuales", subrayó. También defendió que se permitiera al exconsejero delegado adelantar su jubilación a los 50 años. "Queríamos que estuviera contento en el cargo" porque era "el mejor consejero delegado del país".

Por ese motivo se sorprendió de que, en agosto del 2001, Corcóstegui le comunicara que se iba. "Me dijo que estaba muy cansado y que no tenía las fuerzas necesarias para continuar, y que presentaba la dimisión. No conseguí convencerle", explicó. Los ceses fueron aprobados en un consejo extraordinario celebrado el 16 de agosto del 2001.

Además, Botín defendió las cuantías percibidas por ambos exdirectivos. "En el banco nos gusta mucho ahorrar, no se les pagó ni una peseta de más. Esas cifras eran por una vida de trabajo", señaló, y reiteró que esos pagos fueron aprobados en los consejos y la junta de accionistas.