Los brasileños han decidido dejar sus tradicionales publicidades de mulatas semidesnudas como anzuelo turístico. Lo mismo harán con el carnaval. "La promoción concentrada en el sol, la playa, el mar y la sensualidad trajo un turismo sexual que no queremos", dicen los asesores del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

Con cuatro millones de turistas en el 2002, se trata de captar visitantes aliados de la preservación ambiental y cultural. Así, las autoridades prevén destinar unos 30 millones de dólares al "cambio de imagen internacional".