Arropado por su vicepresidente, Dick Cheney, y su equipo económico, el presidente de Estados Unidos, George Bush, presentó ayer sus propuestas destinadas a revitalizar la economía estadounidense. Fiel a sí mismo, Bush solicitó al Congreso que apruebe un plan inmediato de rebajas fiscales tanto a ciudadanos como a empresas que podría suponer alrededor del 1% del PIB (145.000 millones de dólares, unos 99.000 millones de euros).

El punto de vista de Bush es que hay que inyectar liquidez al sistema para que los ciudadanos puedan consumir y las empresas, efectuar inversiones. El objetivo es incentivar la actividad económica y evitar un descenso del consumo que lleve a las empresas a reducir plantillas.

CREAR MAS EMPLEO Para ello, Bush propone devoluciones fiscales a los ciudadanos (que no llegó a precisar, aunque algunas fuentes hablaban de hasta 800 dólares por persona) e incentivos fiscales a las empresas para promover la creación de empleo. El plan debe aplicarse de forma inmediata y no incluir proyectos que supongan un aumento del gasto público. Durante su discurso, Bush no utilizó en ningún momento la palabra "recesión" y destacó que la economía estadounidense continuará creciendo, aunque admitió que hay "puntos de preocupación" como la caída del mercado inmobiliario y el precio del petróleo.

NEGOCIACION De esta manera, Bush marca el territorio en el que debe desarrollarse la negociación en el Congreso, en manos del Partido Demócrata. A favor de un acuerdo juega la convicción en ambos partidos de que es necesario actuar con premura. Aun así, ambas formaciones políticas mantienen diferentes puntos de vista en algunos aspectos. Por ejemplo, los demócratas quieren dedicar parte del paquete de medidas a aumentar el tiempo que pueden recibir subsidio de desempleo quienes se han quedado sin trabajo, sobre todo en el sector de la construcción.

En la mente de los demócratas, especialmente en este año electoral en curso, está aprobar un paquete de medidas destinadas a ayudar especialmente a las familias con sueldos más bajos, que son las que más están sufriendo, por ejemplo, las ejecuciones inmobiliarias. Para los republicanos, los incentivos fiscales deben ser aplicados a todas las franjas salariales y a las empresas. Y este puede ser uno de los problemas en la negociación, ya que ayer Bush exigió al Congreso que convierta en permanentes sus recortes fiscales, que expiran en el 2011. Los demócratas se oponen a esos recortes porque dicen que benefician a los que más ganan.

La primera reacción al anuncio de Bush vino por parte de la bolsa. Después de abrir la sesión con beneficios, Wall Street volvió a las pérdidas tras la intervención del presidente.