Una de las consecuencias del desplome de los ingresos públicos por la crisis es la reducción de la presión fiscal. Y no porque se haya producido una bajada de los impuestos en el caso español, sino por la caída en la recaudación. Según las últimas estadísticas de la OCDE, el peso de los ingresos tributarios en la economía cayó el año pasado hasta el 33%. Eso supone un retroceso de casi cuatro puntos frente al 37,2% del 2007. Y aún está por debajo de la media de la OCDE, que tras bajar medio punto en el 2008, se situó en el 35,2%.

México fue el país de esta organización de los 30 países más desarrollados del mundo con una menor presión fiscal: el 21,1%, y Dinamarca, con la mayor, el 48,3%. La tendencia a la baja se ha mantenido en el 2009, según la OCDE. En algunos países, la menor presión fiscal se produjo por las rebajas fiscales.