El proceso de fusiones que afrontan las cajas de ahorros, por más que sea menos amplio y más lento de lo esperado, no supone el único reto que afrontan estas entidades del sistema financiero español y que cambiarán su fisonomía. Los nuevos requisitos internacionales de solvencia, que discuten los reguladores mundiales para evitar nuevas crisis, van a provocar que las cajas precisen de una importante aportación de capital privado para poder sobrevivir.

Las discusiones del comité de supervisión de Basilea apuntan a que se va a dar más peso a los instrumentos de mayor calidad (capital y reservas) y menos a los productos híbridos, como las participaciones preferentes que tanto han usado las cajas para reforzarse. El problema para estas entidades es que los beneficios van a ser menores, con lo que no podrán destinar grandes cantidades a reservas. A su vez, tienen difícil captar recursos propios, al carecer de acciones.

SIN DERECHOS POLITICOS El principal instrumento con que cuenta el sector para captar capital son las cuotas participativas, unos valores de renta variable similares a las acciones pero con la gran diferencia de que no confieren derechos políticos. Es decir, no dan voto ni posibilidad de participar en la gestión. Así las cosas, desde su creación en 1988 y a pesar de las modificaciones que han experimentado, su uso ha sido casi nulo. Solo una entidad, la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), las ha emitido.

Pero el escenario financiero está a punto de cambiar a fondo: los nuevos requisitos de solvencia se esperan para el año 2012. El Gobierno, el Banco de España y el sector lo saben y han comenzado a negociar una reforma de las cuotas participativas que las haga más atractivas o la creación de un instrumento mejor que las sustituya. El propio José Luis Rodríguez Zapatero anunció en diciembre un cambio legal, aunque lo aplazó hasta la segunda mitad del año para evitar que coincidiese con las fusiones.

La clave ahora es hasta dónde se llega en la flexibilización de las cuotas. El Ejecutivo no lo tiene claro, y desde la patronal de las cajas, la CECA, se ha reconocido la "preocupación" por el retraso. Pero es un tema delicado, admiten, pues siempre se las ha visto como una puerta abierta a la transformación de las entidades de ahorro en bancos.

Entre las cajas hay división según su tamaño (las más grandes son partidarias de abrir más la mano). Pero la opción que defiende la confederación que las agrupa, la CECA, por lo menos hasta la dimisión de su presidente Juan Ramón Quintás, es que "tocar" el tema de los derechos políticos "se puede hacer, pero no es lo fundamental".

SIMPLIFICAR LA EMISION La solución, a su juicio, es elevar el límite de rentabilidad que pueden ofrecer y el del número de cuotas que puede tener un solo inversor. También simplificar el "engorroso" proceso de emisión. La banca, en cambio, ve la posibilidad de dar un primer paso en la solución de su eterna queja de que una caja pueda comprar un banco y no al revés.

La patronal bancaria AEB ha llegado a reclamar al sector del ahorro que "revise su modelo y mejore su forma de actuar", aunque públicamente sostiene que "las cajas tienen que seguir siendo cajas".

Pero muchos banqueros dicen en privado que el caso de la intervenida Caja Castilla-La Mancha (CCM) --cuyo negocio financiero ha sido traspasado a un banco de Cajastur-- ha marcado un antes y un después en la historia de las entidades de ahorros. Cada vez se irán pareciendo más a los bancos, alegan, hasta que un día sean lo mismo.