Hacía muchos años que las proclamas del Primero de Mayo no incluían críticas al Gobierno y puede que sea la primera vez que los líderes sindicales se muestran esperanzados por las medidas de cambio social prometidas. Las principales acciones de ayer se caracterizaron por la bienvenida al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el rechazo al terrorismo.

Los discursos no tenían nada que ver con el temor reinante en el Primero de Mayo de 1996 por la victoria de José María Aznar. En Madrid, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, ante algo menos de 10.000 manifestantes bajo la lluvia, recordó ayer que "el cambio" político comenzó el 20 de junio del 2002, cuando la huelga general protestó contra "un modo de hacer política" centrado en la "manipulación y en el hostigamiento al adversario".

RESPETO AL DIALOGO Méndez saludó a "los compañeros del PSOE" que se manifestaban y se mostró convencido de que el nuevo Gobierno socialista respetará el diálogo y a los sindicatos porque "no son antagónicos el crecimiento económico y la productividad con el empleo estable, los derechos sociales, el respeto al medio ambiente y la seguridad laboral".

El líder de CCOO, José María Fidalgo, destacó que hacía ocho años que no podían "saludar en un Primero de Mayo a un Gobierno de izquierdas", y contrapuso el cambio político de Rodríguez Zapatero a "la prepotencia del anterior modelo político que incitaba a las empresas a competir con salarios bajos".

Representantes de ambos sindicatos coincidieron en el "alivio" que supone haber dejado atrás la etapa "oscura" del Partido Popular y la ilusión por el nuevo periodo. Sin embargo, advirtieron a los socialistas de que no son "ilusos" y que mantendrán con firmeza las reivindicaciones de un giro social.

Todos los sindicatos europeos se unieron ayer en el lema de No al terrorismo y tanto Méndez como Fidalgo, que rindieron un homenaje en la estación de Atocha a las víctimas del 11-M, dedicaron buena parte de sus discursos a rechazar esta "lacra".

DERECHOS SOCIALES También hubo numerosas referencias al problema de la inmigración, a la necesidad de instaurar la Europa social a través de la nueva Constitución de la UE y el deseo de que la entrada de 10 países en la UE sirva como "oportunidad" para reforzar los derechos sociales y evitar que su ausencia en alguno de los nuevos miembros "arruinen" las conquistas logradas en el resto de Europa.