El Gobierno del PSOE no tiene una prisa especial con respecto a la salida de César Alierta de la presidencia de Telefónica. Pero también porque sabe que al empresario de Zaragoza quien le puede poner las cosas difíciles son los tribunales. Eso se verá en las próximas semanas.

El presidente de la operadora, que fue antes presidente de Tabacalera y también llegó de la mano del Gobierno de Aznar al cargo, tiene una causa abierta por un supuesto delito de información privilegiada con respecto a acciones compradas por un sobrino, antes de la subida del precio del tabaco, y antes de la compra de la tabaquera Havatampa.

Si el Supremo decide que la causa siga en manos del conflictivo juez Santiago Torres, Alierta puede verse implicado en el proceso, con el correspondiente desgaste de imagen, que sería alimentado por ciertos medios afines al PP.

El presidente de Telefónica cuenta con la animosidad de diarios y emisoras de radio de Madrid desde que decidió desmontar el imperio mediático que había comenzado su antecesor, Juan Villalonga.

La Caixa y el BBVA, el núcleo duro de Telefónica, no tienen quejas de la gestión de Alierta, una situación diferente a la de Alfonso Cortina, que sólo contaba con el apoyo del banco. Hasta ahora, ha declarado encontrarse "cómodo" en la presidencia de la operadora y los que le conocen sostienen que dará la batalla de los tribunales hasta el final.