China camina hacia la recuperación económica al ritmo planeado y autista respecto al entorno global. Su crecimiento en el tercer trimestre se elevó al 9%, según las habituales filtraciones que anteceden la publicación de las cifras oficiales, previstas para este jueves. El ritmo de crecimiento es superior al 7,9% del segundo trimestre y el 7,1% del primero.

Entonces, los expertos globales tildaron de quimera el 8% de crecimiento anual prometido por Pekín. "Conseguir ese 8% no va a ser, definitivamente, ningún problema", sentenció ayer Xiong Bilin, director de la Comisión de la Reforma y el Desarrollo Nacional (NDRC, por sus siglas en inglés). Se da por sentado que ese es el crecimiento que China necesita para crear empleo y mantener manejable el descontento social.

Los números de septiembre muestran importantes mejoras en el comercio, más movimiento en el mercado inmobiliario y aumento de la construcción y venta de automóviles. De esta forma, China compensa con las ventas al detalle y la producción industrial la caída en el comercio exterior, aún débil por la crisis global que afecta a sus tradicionales compradores.

Pekín ha aminorado la caída del conjunto de importaciones y exportaciones, según las cifras de septiembre. Descendió el 10,1% respecto al mismo mes del año pasado, pero ya es el 14,2% superior al de agosto. "Con la recuperación de la economía mundial y del entorno comercial, las exportaciones jugarán un papel menos negativo en la economía nacional", aseguró el analista Zhao Jinping. La mejora, apuntó, es fruto del plan de estímulo económico de más de 460.000 millones de euros aprobado el año pasado.

La recuperación china confirma el augurio de que superará a Japón como segunda economía mundial en el 2010 o 2011, tras 40 años de hegemonía nipona.