La crisis global azotó China con toda su crudeza en el último trimestre del 2008. La economía creció apenas un 6,8%, lo que sitúa la tasa anual en un 9%, el ritmo más bajo desde el 2001. De este modo, China abandona el crecimiento continuado de los dos dígitos que la aupó recientemente al tercer escalón de la economía mundial.

El panorama ha dado un vuelco en poco más de un año. El problema chino era entonces embridar una economía que creció en el 2007 al 13%, encadenaba récords y era sospechosa de recalentamiento. Pekín intenta ahora estimularla para que no caiga a unos niveles peligrosos para la estabilidad social y el empleo, castigado por el cierre de miles de empresas exportadoras.

La culpable es una crisis global que ha empobrecido a los principales compradores de sus manufacturas. El presidente, Hu Jintao, ya había advertido de que el 2009 sería el peor año de lo que llevamos de siglo. Ma Jiantang, director del Buró Nacional de Estadísticas, alertó ayer de que la crisis es "cada vez más profunda y extensa".