Después de varios intentos, por fin un fabricante de automóviles chino ha conseguido desembarcar por la puerta grande en Europa. La venta de Volvo a Geely, confirmada el miércoles por Ford, abre las puertas a la firma con sede en Hangzhou a los mercados occidentales y a la tecnología y al prestigio de una marca de gama alta. Con esta operación, Ford da un paso más en su reestructuración al desprenderse de una filial en pérdidas por la que ingresará menos de lo que pagó hace 10 años.

Los insistentes rumores sobre la venta de Volvo dieron paso el miércoles a la confirmación de un acuerdo entre la estadounidense Ford y Geely que se acabará de concretar en el primer trimestre del 2010. Según fuentes del sector, el importe de la adquisición asciende a casi 1.400 millones de euros, una cantidad muy por debajo de los 4.450 que desembolsó Ford por la marca sueca. A principios de diciembre, Geely solicitó préstamos a los principales bancos chinos por 663 millones de euros para financiar esta operación. Desde que Geely fue seleccionada como finalista en la pugna por Volvo, la compañía asiática ha intensificado las reuniones con la dirección y los sindicatos de la firma sueca, así como con los gobiernos de Suecia y Bélgica, donde Volvo tiene sus principales plantas y la mayor parte de sus más de 20.000 empleados.

"Geely se compromete a trabajar con todos los interesados con el fin de finalizar la transacción de la forma que mejor beneficie a las partes", señaló el presidente de Zhejiang Geely Holding, Li Shufu. Geely se comprometió a respetar la herencia de Volvo.