Cinco compañías españolas fabricantes de piezas y componentes para el automóvil tienen en marcha diversos proyectos para la apertura de fábricas en China. Estas empresas quieren aprovechar el fuerte potencial de un país en el que la producción de coches crecerá un 150% hasta el 2010 y que ya se ha convertido en una base para exportar a todo el mundo.

Hasta ahora, sólo los grandes proveedores españoles Infun, Antolín y Ficosa cuentan con fábricas propias o mediante acuerdos de colaboración en el país más poblado del planeta. La consultora Interchina se encuentra en estos momentos realizando los estudios de viabilidad de cara a la ubicación de las nuevas plantas de proveedores. En los últimos años, la compañía ha gestionado la inversión en China de 30 millones de euros (unos 5.000 millones de pesetas) de suministradores españoles.

PROBLEMA DE CONFIANZA "La escasa presencia de la industria española del automóvil en China no se debe a un problema de coste, sino de confianza", afirma Eduardo Morcillo, responsable de la oficina de Interchina en Madrid. Por unos cinco millones de euros, añade, una empresa que factura de media 30 millones de euros al año puede tener una fábrica en el país asiático.

La consultora ha advertido al Ministerio de Economía español, en un informe elaborado a petición del Ejecutivo, de la amenaza y la oportunidad que supone China para la industria automovilística española. Los primeros efectos ya se aprecian y consisten en un aumento de la compra de piezas a fabricantes chinos.

Según una estimación "conservadora", las exportaciones de componentes desde China aumentarán un 144% en los próximos cuatro años. En este ejercicio, los ingresos por las piezas vendidas a otros países serán de unos 2.700 millones de euros.

La penetración de las piezas chinas en EEUU es mayor que en Europa. Ford y General Motors prevén unas compras equivalentes a 5.200 y de 7.500 millones de euros, respectivamente, hasta el año 2010. Un ejemplo son las ruedas de aluminio, de las que las fábricas chinas son un gran proveedor para EEUU.

La compañía Asimco, uno de los grandes proveedores de los 1.540 que se encuentran registrados oficialmente en China, tiene ya un 30% de su facturación fuera del país, principalmente en EEUU, donde cuenta con dos fábricas.

El siguiente paso a dar por el gigante asiático se producirá cuando exporte coches a los mercados occidentales, algo que se producirá en el plazo de unos cinco años, según las estimaciones de Interchina.

En estos momentos, la fabricación de un automóvil en China es un 20% más barata que en Europa, EEUU o Japón y se prevé que la diferencia aumente con la reducción de costes por la mejora de la productividad, la eficiencia y el volumen de producción.

"Los efectos pueden ser arrasadores, primero para las empresas proveedoras, y después para los propios fabricantes por la competencia china", afirma Eduardo Morcillo.

ESTRATEGIA Y POLITICA En su opinión, la inversión de 1.400 millones de euros de la compañía china Shanghai Automotive Industry Corporation (SAIC) en la toma de control del fabricante británico Rover es una operación que puede catalogarse como "estratégica y política". SAIC se convertirá en el primer fabricante chino con un pie en la vieja Europa. Esta empresa también compró el fabricante coreano Ssangyong.

Otra empresa china, Chery Automotive Co., ha anunciado sus planes de fabricar en Malaisia dentro de la expansión por Asia. La llegada de coches chinos a EEUU es, según el presidente de Chrysler, Dieter Zetsche, algo evidente para lo que no hace falta ser adivino.

Lo mismo sucede con la entrada de los grupos del sector occidentales en China. Precisamente, el grupo germano-americano DaymlerChrysler ha sido el último en anunciar que fabricará en China, a partir del 2005, unas 25.000 unidades anuales de los modelos clase C y E gracias a un acuerdo con la firma del país Beijing Automotive Industry Holding Company.