Doce meses después, la historia se repite. La Comisión Nacional de Energía (CNE) volvió ayer a proponer al Gobierno una subida sustancial --el 31% de media-- de la tarifa eléctrica a partir de enero. Y el Ministerio de Industria le dejó bien claro que no piensa hacer ningún caso de su propuesta no vinculante. Incluso elevó el tono del rechazo. "Desde luego no es razonable. No me parece una propuesta seria, es una barbaridad", clamó Miguel Sebastián, responsable del departamento.

El presidente del Gobierno fue más contundente. Desde Bruselas dijo que la propuesta "no merece la pena ni que se la tome en consideración", y que está alejadísima de los objetivos del Ejecutivo.

Desde hace un año, el organismo supervisor del sector energético debe informar al Gobierno cada tres meses de cuánto estima que debería subir la luz a los consumidores domésticos para reflejar la evolución de los costes de producción. Además, a finales de año debe proponer también la subida para el ejercicio siguiente de las tarifas de acceso, que son las que financian los costes permanentes del sistema (transporte y distribución) y que pagan tanto los consumidores del mercado regulado (familias y pymes) como los del liberalizado.

DEFICIT Los precios de la luz son insuficientes para cubrir los costes, y eso genera un desfase (déficit de tarifa) que se paga a las eléctricas mediante recargos de la tarifa en los años siguientes. La CNE pide alzas que evitarían que este déficit siga engordando (roza los 15.000 millones de euros). Industria ha ignorado siempre a la CNE y ha aprobado aumentos de la tarifa en línea con la inflación.