El jueves, los trabajadores de la multinacional japonesa Sony en Pontox-sur-l´Adour (suroeste de Francia) retuvieron toda la noche, hasta la mañana del viernes, al presidente y director general de la empresa, Serge Foucher, descontentos con el importe de las indemnizaciones por el cierre de la fábrica. Ese mismo día, el director de la fábrica de la multinacional alemana Continental en Clairoix (norte de Francia), Louis Forzy, salió corriendo ante los insultos y la lluvia de huevos que le lanzaron los trabajadores, ante quienes justificaba el cierre de la planta. Son dos ejemplos de que la crisis radicaliza los conflictos sociales, aunque Francia resiste mejor que sus vecinos.

La violencia ha acompañado a estos dos conflictos. La entrada de la planta de Sony fue bloqueada con troncos por los trabajadores, que fabrican bandas magnéticas para vídeos VHS, un negocio a la baja. Ante el anuncio de cierre para el próximo abril, los 311 asalariados reclaman una indemnización superior a la legal, como han logrado sus compañeros de la fábrica de Ribeauvillé (Alsacia).

Quema de neumáticos

"Hacía 18 meses que manteníamos una lucha pacífica y que esperábamos respuestas a nuestras preguntas, pero hemos tenido la impresión de que se reían de nosotros. Entonces, hemos decidido no dejar salir al patrón", decía ayer un empleado en Le Journal du Dimanche. Una vez liberado, Foucher declaró: "No deseo que el secuestro de patronos cree escuela. No es un medio democrático ni humano".

En Continental, la fábrica seguía ayer ocupada tras el ataque con huevos contra Forzy cuando compareció ante unos 500 trabajadores, que llevaban dos días en huelga en protesta por el cierre de la empresa, anunciado para dentro de un año. Los trabajadores bloquearon una rotonda en Clairoix y una avenida en la cercana población de Compiègne y quemaron neumáticos.

Propiedad del grupo alemán Schaeffler, el conflicto de Continental estuvo presente en la reunión del Consejo de Ministros franco-alemán, el jueves en Berlín. El presidente Nicolas Sarkozy le dijo a la cancillera Angela Merkel que el Gobierno francés vigilaría "el respeto a los procedimientos y a la palabra dada". Poco más puede hacer, pese a que un dirigente socialista local exigió, con gran aplomo, a Sarkozy que "prohibiera" el cierre.

Otra decisión ha desatado la violencia, en este caso solo verbal. El anuncio de la multinacional francesa Total de que va a suprimir 555 empleos de aquí al 2013, pocos días después de conocerse que en el 2008 ganó 14.000 millones de euros, ha desatado la indignación. El sindicato CGT ha calificado la medida de "injustificable" y el Partido Socialista de "inadmisible".

Nueva jornada de huelga

Incluso el secretario de Estado de Empleo, Laurent Wauquiez, tachó el lunes la decisión de "escandalosa", pero el viernes fue desautorizado por el primer ministro, François Fillon, que defendió a Total porque invierte, "crea más empleos de los que suprime" y "es una de las que aportan más riqueza a Francia". Fillon aceptó las razones de la firma, que justifica la reducción de empleo, mediante jubilaciones, por el descenso del consumo de gasolina y gasóleo. La refinería de Gonfreville (Normandía) perderá unos 250 empleos y 300 la petroquímica.

Estos conflictos se producen mientras los ocho principales sindicatos preparan para el día 19 una nueva jornada de huelga general que pretende emular a la del 29 de enero.