Con la vista puesta en la apertura de los mercados mañana, el Congreso de EEUU trabajaba ayer en sesión extraordinaria para alcanzar un acuerdo sobre el plan de rescate propuesto por la Administración de George Bush, y más que nunca en la última semana se enviaban señales de avance hacia el consenso. Las negociaciones parecían estar convenciendo a algunos republicanos de la Cámara baja a abandonar su resistencia al plan e incluso se hablaba de la posibilidad de que se anuncie un acuerdo "de principios" a las seis de la tarde de hoy (medianoche en España). "Es crucial que enviemos un mensaje tranquilizador a los mercados", decía el líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid, que hablaba de "progresos significativos".

La resistencia del núcleo duro republicano tiene su raíz en la propuesta: intervenir con 700.000 millones de dinero público en empresas privadas (aunque Bush aseguró ayer que el coste puede ser "mucho menor"). Pero los reparos tienen también motivaciones políticas: muchos legisladores se enfrentan a la reelección el 4 de noviembre, y el plan es muy impopular entre los ciudadanos.

Según algunos negociadores ayer quedaban desencuentros sobre menos de seis puntos fundamentales (muchos más sobre la letra pequeña). Y las negociaciones eran un tira y afloja de varias posturas.