La vida, y la crisis, son menos duras si uno tiene la suerte y la habilidad de sentarse en el consejo de una gran empresa. Los administradores de las compañías del Ibex 35, las más importantes de entre las cotizadas del país, cobraron el año pasado 294,374 millones de euros. Cada uno se embolsó de media algo más de medio millón, pero si además era ejecutivo el sueldo promedio ascendió a dos millones.

La abultada cifra de remuneración total es incluso superior a la del 2008: el 20,8%. Y ello a pesar de que las empresas que gestionaron lograron un beneficio 42.264 millones, una cantidad apreciable, pero que resultó el 22% inferior a la del 2008.

Endesa distorsiona algo los datos, ya que abonó 38,4 millones a sus administradores (frente a los 8,6 millones en el 2008) a causa de las indemnizaciones recibidas por varios ejecutivos, como el expresidente José Manuel Entrecanales. Pero aun excluyendo este efecto, la remuneración de los administradores del Ibex 35 equivalió al 1,45% del beneficio, cuando un año antes supuso el 1,39%.

A los directivos tampoco les fue mal. Sus emolumentos solo crecieron el 4%. Pero, eso sí, hasta los 350,713 millones de euros. Además, 256 de los 83 consejeros ejecutivos y 501 altos directivos de las grandes empresas, el 43,8% del total, cuentan con cláusulas de blindaje que les garantizan una sustancial indemnización en caso de despido.

GENEROSAS Los consejeros que se aprueban, con el refrendo de las juntas, unos sueldos más altos son los del Santander (35,7 millones), Telefónica (27,1 millones), el BBVA (24,1 millones) y Repsol (10,5 millones). Sin embargo, las empresas en que su sueldo supone un porcentaje mayor del beneficio son Telecinco (6,1%), Ebro Puleva (5,6%), Abengoa (5,1%) y Gamesa (4,5%).

Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, repitió el año pasado como ejecutivo mejor pagado (10,2 millones), a falta de saber qué cobra el presidente de Telefónica, César Alierta, que no lo hace público. El podio lo completaron Ignacio Sánchez Galán (presidente de Iberdrola, 5,34 millones más 3 millones por objetivos) y Francisco González (presidente de BBVA, 5,3 millones más 2,8 millones en acciones).

Por sus elevadas retribuciones, todo este colectivo es candidato a la nueva fiscalidad que quiere el Gobierno para las rentas altas. Con carácter general, tributan en el impuesto sobre la renta al 43%. El principal refugio fiscal para las grandes fortunas, con todo, son las sociedades de inversión de capital variable, las sicav, cuyos beneficios tributan al 1%, si bien cuando revierten al socio son gravados al 21%.

Aumentar su fiscalidad es una demanda recurrente. Un 1% de gravamen sobre su patrimonio (25.875 millones en marzo) aportaría casi 260 millones.