La economía de EEUU crecerá a un ritmo menor de lo previsto a causa de la recesión que sufre el sector inmobiliario del país, la peor desde 1991, según afirmo ayer en el Congreso estadounidense el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke.

En su discurso en el Capitolio, afirmó que la inflación se mantiene como una de sus máximas preocupaciones a pesar de que los últimos datos indican que está controlada y que las previsiones hablan de un ligero descenso para el próximo año.

"Después de haber crecido a un ritmo por encima del promedio en el comienzo de la actual recuperación, el crecimiento económico de EEUU ha procedido durante el último año a un ritmo más coherente, con una expansión sostenible", dijo Bernanke. La Reserva Federal ha revisado a la baja en un cuarto de punto las previsiones de crecimiento para el 2008, cifradas ahora entre un 2,5% y un 2,75%.

La rectificación obedece a una "actividad más débil de lo previsto en la construcción residencial este año", dijo Bernanke. Según datos del Departamento de Comercio, hechos públicos coincidiendo con la intervención de Bernanke, los permisos para construir casas --un indicador de cómo respirará el sector en el 2008-- descendió un 7,5%, la cifra más baja en 10 años.

La buena noticia para la economía estadounidense es que otros sectores compensan la crisis de la construcción. El índice de paro se mantiene en un 4,5% después de que en lo que va de año se hayan creado más de 850.000 empleos. Los datos de la inflación se mantienen en el marco previsto, con un aumento del 0,2% en el mes de junio en la denominada inflación subyacente, la que excluye alimentación y energía, que "debería reducirse durante el resto del año y el año próximo", dijo Bernanke, que aun así admitió que la inflación sigue siendo la "preocupación predominante".

Y es que en junio el precio de los alimentos aumentó en un 0,5% y, en lo que va de año la gasolina ha batido cada mes récords históricos de precios.

CAMBIO DE DIVISAS En el reverso de la moneda, el euro también marcó ayer un nuevo récord frente al dólar: 1,3837. Ni tan siquiera la polémica entre el BCE y el nuevo Gobierno francés de Nicolas Sarkozy --quejoso de que el instituto emisor mantenga tan alto nivel de independencia en política monetaria-- afectaron a los operadores de las mesas de cambio mundiales. Más que ganar el euro, lo que sucedió tuvo más que ver con la desconfianza de los inversores en el futuro inmediato del dólar y la economía que lo sustenta.