El equilibrio de cuentas que presenta el Gobierno ante la Unión Europea (UE) no tiene mucho que ver con la realidad de los ingresos y los gastos en caja. Los criterios de contabilidad que marca la UE permiten presentar equilibrio en las cuentas a pesar de que el Presupuesto del 2003 incluye un déficit presupuestario de 8.821 millones de euros (1,47 billones de pesetas).

Además, el Estado presta dinero a organismos como el Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF) o el ente aeroportuario AENA, para que financien sus inversiones. Estos préstamos no computan como déficit, pero hay que acudir al mercado financiero para hacerlos efectivos. Para el próximo año se ha previsto una variación de activos financieros por casi 4.924 millones de euros (819.285 millones de pesetas).

Además de los ingresos que conseguirá el Estado --a través de los impuestos y las cotizaciones, sobre todo-- se necesitará una financiación adicional de 13.745 millones de euros (2,28 billones de pesetas) que se captarán con una emisión neta de deuda por 8.400 millones de euros y apelando a la cuenta del Banco de España.

Para algunos analistas, como Angel Laborda, de la fundación Funcas, de las cajas de ahorros, la necesidad de financiación total del Estado mide el verdadero nivel de déficit público. Según ésto, la situación no sería de equilibrio presupuestario para el 2003, sino que sería de déficit equivalente al 1,9% del producto interior bruto.

Un argumento similar es el que emplea José Barea, expresidente de la Oficina Presupuestaria del Gobierno, o el propio responsable del área económica de los socialistas, Jordi Sevilla, para hablar del llamado "déficit oculto".