Las medidas extraordinarias que se han aplicado en los aeropuertos británicos desde los atentados del 11-S en EEUU han aumentado los gastos de seguridad en un 150%. Sus gestores aseguraron ayer que no pueden seguir haciéndolo en solitario. En su opinión, los estándares de seguridad deben mantenerse altos, pero con otro enfoque. El Gobierno sostiene que no será el Estado quien lo financie.