Los augurios más pesimistas continúan haciéndose realidad en el sistema financiero internacional. La fisonomía de Wall Street cambió ayer de forma irremisible, después de que Lehman Brothers --cuarto banco de inversión de EEUU-- se declarase en quiebra y de que el gigante Merrill Lynch acordase su absorción por Bank of America para evitar caer en el mismo pozo.

Los mercados bursátiles de todo el mundo reaccionaron al desmoronamiento de la banca estadounidense con una jornada de zozobra, en la que el Ibex 35 perdió nada menos que el 4,5%. El selectivo español registró así su peor descenso desde el 5 de febrero (5,19%) y se situó en 10.899 puntos, un nivel que no veía desde el 16 de junio del 2006.

La bolsa española fue la más castigada del continente. El índice europeo Eurostoxx 50 cedió el 4,1%, por delante del británico (3,9%), el francés (3,8%) y el alemán (2,7%). Las caídas, con todo, podrían haber sido más dramáticas. Una apertura de Wall Street menos mala de lo esperado logró enjuagar en medida las pérdidas. El Dow Jones se movió en las primeras horas con descensos de en torno al 2,5%.

La caída de Lehman Brothers ha sido un duro golpe para la confianza de los inversores. La decana de Wall Street, con 158 años de antigüedad y más de 25.000 empleados en el mundo, negoció su venta contra el reloj a lo largo de los últimos días. Pero la decisión de la Administración de EEUU de no ayudar financieramente a las entidades interesadas (Barclays y Bank of America) la abocó al abismo.

SIN DINERO PUBLICO Las autoridades del país, después de salvar a Bear Stearns en marzo y a Fannie Mae y Freddie Mac este mismo mes, han decidido no destinar un dólar más del erario público a evitar la debacle de sus principales entidades financieras. Un mensaje contundente del que los gestores ya han tomado buena nota.

El mercado temía que el siguiente en caer fuera Merrill Lynch (el mayor intermediario bursátil de EEUU, con 60.000 trabajadores), lo que llevó a su dirección a cerrar la venta en un tiempo récord. El banco, que perdió el 36% de su valor bursátil la semana pasada, cerró en 48 horas su venta a Bank of America por 35.210 millones de euros (0,8595 títulos propios por cada uno de la adquirida). Lo que supone valorar las acciones de Merrill en 29 dólares, dos tercios de su valor hace un año.

El pesimismo de los inversores no tiene visos de haber tocado fondo. El mercado da por seguro que todavía restan por caer más gigantes financieros. El primero podría ser American International Group (AIG), la mayor aseguradora del mundo, que ha pedido a la Reserva Federal estadounidense (FED) un crédito urgente de 28.155 millones de euros para evitar su quiebra.

Las agencias de rating han amenazado con rebajar su calificación de la entidad, lo que permitiría a varios de sus socios romper sus contratos. De ser así, AIG afirma que no podría sobrevivir más de 72 horas.

Así las cosas, las nuevas medidas aprobadas por los reguladores financieros tuvieron poco impacto en los mercados. El BCE realizó una inyección excepcional de 30.000 millones de euros con vencimiento a un día a 51 bancos de la zona euro para evitar quedarse sin liquidez. Más novedosa fue la decisión de 10 grandes bancos de crear un fondo de 70.000 millones al que podrán recurrir para afrontar sus necesidades de crédito.