La sexta conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) dio ayer en Hong Kong el pistoletazo de salida a una misión que muchos consideran ya imposible: liberalizar el comercio internacional. Con fuertes medidas de seguridad y escepticismo, los 6.000 delegados iniciaron la negociación contrarreloj. Todos llegan con objetivos descafeinados que, aún así, serán difíciles de cumplir.

Nadie habla ya de cerrar los acuerdos modelo que permitan finalizar la Ronda de Doha, también llamada Ronda de Desarrollo. Se trata, al menos, de acercar posiciones, limar asperezas y fijar algunos principios "irreversibles". Se desea evitar el colapso del diálogo, que perjudicaría a los países más pobres. "Si fracasa la Ronda de Doha, los más perjudicados serán los 1.200 millones de pobres del mundo. Los que no pudieron acudir a Hong Kong", vaticina el Banco Mundial.

La jornada comenzó con tensiones y acusaciones cruzadas: todos piden más y no están dispuestos a ceder. "Quien nada arriesga, nada gana", declaró el director general de la OMC, Pascal Lamy, en el discurso de apertura. Pidió a los 149 miembros que arriesguen. Que sean "abiertos, audaces y valientes" para arrancar un acuerdo mínimo que salve la Ronda de Doha, atascada desde el inicio, en el 2001. Propuso que los estados tomen "riesgos calculados" en los terrenos más conflictivos: la negociación agrícola y el acceso al mercado de productos industriales.

EL ESCOLLO AGRICOLA La principal dificultad es la agricultura. Supone el 10% del comercio mundial, pero ofrece el mayor potencial de desarrollo a los países pobres. El G-20, que reúne a los países en desarrollo con más producción agrícola, reiteró su llamamiento para que los ricos eliminen sus altos aranceles, ayudas para el sector interior y subsidios a la exportación. "Eliminar las subvenciones agrícolas es la mejor manera de que los agricultores de Brasil, India, Egipto, Burkina-Faso, Chad, Zambia y los demás" salgan adelante, dijo el ministro brasileño de Exteriores, Celso Amorim.

SIN CONCESIONES Los países ricos no logran un acuerdo. La UE considera que ni EEUU ni Japón hacen concesiones. Bruselas pidió a Washington y a Tokio que presenten "ya" ofertas negociadoras "irreversibles" en materia agrícola. La UE quiere aprobar un "paquete de desarrollo" que no erosione las preferencias de los más desfavorecidos.

La representación europea anunció que multiplicará hasta 2.000 millones de euros anuales la asistencia que da para que estas naciones se incorporen al comercio mundial, a partir del 2010. Pidió a los demás una apertura total a los bienes de los países de Africa, Caribe y Pacífico y menos subsidios a la exportación agrícola. Apuntaba a Washington, que anualmente "dona" millones de toneladas de ayuda alimenticia en una estrategia que le permite liberar el excedente agrícola de su país. Esta práctica "es inaceptable", según el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, porque distorsiona los precios y perjudica a los productores pobres.

EEUU, sin embargo, opina que es la UE quien debe reducir aún más sus subsidios a la agricultura. "EEUU es ya la economía más abierta del mundo", dijo el negociador estadounidense, Rob Portman. Coincide con Mandelson en la necesidad de que las naciones en desarrollo abran más los mercados a bienes industriales, hechos sobre todo en el Norte.

La negociación necesitará mano ágil y determinación para salir adelante. "Lo que está en juego es muy valioso para permitirnos un fracaso", dijo Danny Leipziger, del Banco Mundial. Si no se ponen las bases antes del domingo, la Ronda de Desarrollo de Doha se prolongará más allá del 2006 y el sistema multilateral quedará en entredicho.