¿Una Alemania europea o una Europa alemana? La disyuntiva prometía un debate intenso e incluso apuntaba la posibilidad de que acabará por definirse el modelo de Unión Europea que conviene que surja de una crisis sin precedentes como la actual. Pero la discusión, que en Berlín ha encontrado eco entre algunos padres de la Unión Económica y Monetaria (UEM) --Helmut Schmidt, acaba de criticar la cortedad de miras de la cancillera Angela Merkel, cuya principal preocupación, dice, es que no decaigan las exportaciones del país por encima de un proyecto europeo conjunto--, parece acabada antes de que llegara a cuajar.

La propia Merkel y su ministro de Economía se han negado en redondo a discutir la posibilidad de emitir eurobonos, para afrontar los problemas de la crisis de deuda soberana europea. El jefe del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, criticó ayer la posición de Alemania por su visión "un poco simplista" del problema. Acusó al Ejecutivo federal de "antieuropeo" por no prestar atención a las necesidades e ideas de otros países de la eurozona. Berlín parece cerrar los ojos a la evidencia de que 10 años de euro han dejado platos rotos que habrá que pagar. "Y qué mejor fórmula que los eurobonos", ha planteado el profesor de la London School of Economics, Edward Hugh.

Pese a todo, las expectativas alemanas se ven cumplidas a medias: el euro se ha movido a la baja --ayer alcanzó los 1,3231 dólares-- y sigue beneficiando las ventas germanas --también las de los otros países del área-- al exterior. Pero el mercado de deuda soberana alcanzó un punto de inflexión al superar el bono alemán a 10 años el 3%, lo que permitió que los diferenciales con el resto de deuda europea bajaran ligeramente.

Nada definitivo aún, pues no parece que el esfuerzo presupuestario que se exige a los países para remontar la situación y que ha derivado en la crisis actual del bono vaya a remitir de un día para otro.

Sirva como regocijo temporal que en los mercados se impuso la calma del largo puente, y que los bancos sacaron partido de los mensajes de tranquilidad que intenta transmitir Bruselas. Tanto los medianos como los grandes del Ibex 35 registraron ascensos por encima del 2%, y permitieron una subida del 1,55% del indicador. De hecho, los inversores prestaron poca atención al anuncio de la Comisión Europea de que desea endurecer las sanciones aplicables al sector financiero, e incluso introducir sanciones penales. Quizá porque los deseos de Bruselas no siempre se convierten en realidad, como sabe Angela Merkel.