"Debe saber, señor ministro, que hay hombres que no pueden contentarse con una sola esposa por razones físicas", lanzó un parlamentario islamista para proteger la poligamia. "Pues que vayan al médico a tratarse", le respondió tajante el ministro de Asuntos Islámicos, Ahmed Taufiq, encargado de defender durante los debates parlamentarios la reforma presentada por Mohamed VI del estatuto de la familia, la Mudawana. Este cambio legal mejora la situación de la mujer y pone condiciones para practicar la poligamia, aunque no la prohíbe.

Los diputados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), la principal formación islamista legal de Marruecos, consideran que el nuevo texto pone condiciones "demasiado severas" para llevar a cabo la poligamia, una práctica que consideran muy positiva, pues la autoriza el Corán y, además, legaliza unas relaciones que, de otro modo, serían extramatrimoniales.

Las presuntas diferencias

Y por si los argumentos fisiológicos no bastan, los islamistas tiran por la vía psicológica. Así lo hizo otro parlamentario, que dijo que la poligamia está justificada pues "los hombres sucumben más fácilmente a la tentación, sobre todo cuando su primera mujer ha envejecido". O sea, a la vejez viruelas; aunque, eso sí, de forma islámica.

Estos rifirrafes verbales durante el debate en la comisión parlamentaria de Justicia, que estudia el texto del proyecto de ley de la nueva Mudawana, ponen de manifiesto que el PJD vuelve a la carga contra esa reforma, aunque en un principio apoyó el texto presentado por el monarca. En el 2000, esos islamistas ya consiguieron frenarla con una marcha de medio millón de personas en Casablanca.

Desde el principio estaba claro que no iba a ser fácil aplicar en una sociedad tan conservadora y machista una reforma que, según el propio rey, debe "consagrar el principio de igualdad entre hombre y mujer". La nueva Mudawana libera a la mujer de la tutoría masculina (del padre o del marido) que pesa sobre ella durante toda su vida; divide la autoridad parental entre padre y madre; eleva la edad mínima del matrimonio a los 18 años; y generaliza el divorcio judicial en lugar del repudio.

El problema es que la reforma consta de 400 artículos, que deben negociarse uno a uno en esa comisión. Una vez más, las mujeres tendrán que esperar.