La economía japonesa va de mal en peor. El producto interior bruto (PIB) de la segunda potencia económica mundial se contrajo el 3,3% en el último trimestre del año pasado con respecto al periodo junio-septiembre, lo que consolidó una etapa de profunda recesión y la mayor caída intertrimestral desde 1974, en plena crisis del petróleo.

El desplome registrado con respecto al mismo periodo de un año atrás fue del 12,7%. La ralentización del consumo en el país combinada con un retroceso experimentado por las exportaciones, de las que la economía nipona es muy dependiente, ha provocado esta situación. El problema es que la economía productiva de Japón depende en gran medida de las exportaciones a EEUU, Europa y China, todas ellas en crisis y afectadas por el súbito encarecimiento del yen. Desde el verano, la divisa japonesa ha ganado más del 30% con respecto al euro y el dólar.